domingo, 5 de febrero de 2012

La rival de Delfos

El oráculo de Dodona fue el más antiguo de Grecia, pero jamás superó en fama al de Delfos. Hoy se alza como un paraíso arqueológico en plena naturaleza.

Teatro de Dodona
Situada en la región noroccidental de la península helena, no muy lejos de la frontera con Albania, Dodona se encuentra muy alejada de los circuitos turísticos de Grecia. Por eso muy pocos conocen el yacimiento, uno de los más interesantes del país. Ya en la Antigüedad su gran desventaja radicó en estar ubicada en los confines del mundo griego, con epicentro político y cultural más al sur, a orillas del Egeo. Durante la época clásica (siglo V a.C.) el oráculo de Apolo de Delfos la superó en importancia. Sin embargo, como sede del oráculo de Zeus, Dodona siempre se mantuvo como un referente para los antiguos griegos. Hoy, sus ruinas permanecen en la misma área solitaria que la vio nacer y morir.

¿Dónde está qué?

Este lugar del Epiro fue desde los inicios de las excavaciones arqueológicas en Grecia un objetivo secundario. Sin duda, presentaba una serie de inconvenientes. El primero radicaba en el desconocimiento del lugar exacto en que se hallaba. Aunque existían referencias en los textos clásicos griegos que detallaban su entorno natural, los sucesivos cambios en la toponimia y la creencia equivocada de que se alzaba en la ladera de una montaña llevaron a algunos investigadores a cometer errores sobre su verdadera localización. En las primeras décadas del siglo XIX diversos viajeros, sobre todo británicos, recorrieron la región descubriendo varios yacimientos, pero no el de Dodona. Otro aspecto desfavorable era la lejanía geográfica con respecto al centro de la arqueología griega de la época: el Peloponeso, la Ática y Delfos. Por último, tampoco ayudaba el hecho de que todo el norte de la Grecia actual estaba en manos turcas (hasta comienzos del XX). Ello implicaba solicitar permisos de excavación a las autoridades otomanas, una tarea lenta y dificultosa. Finalmente, fue el británico Christopher Wordsworth quien, en 1832, localizó e identificó Dodona. La halló 22 km al sur de la moderna ciudad de Ioannina, en un valle cercano a los montes Pindo, junto a los restos de una basílica cristiana. Sin embargo, las excavaciones no se iniciaron hasta cuatro décadas más tarde. Su impulsor fue el griego Konstantin Kaparanos. Aunque era un aficionado -más que un arqueólogo preparado-, tuvo la habilidad para conseguir el permiso de los dirigentes turcos. Probablemente, se benefició del reciente descubrimiento de Troya por el alemán Heinrich Schliemann y del creciente interés del gobierno de Estambul por la arqueología. Además de desenterrar parte del inmenso teatro y la planta del templo de Zeus, entre sus hallazgos llamaron la atención unas tablillas de plomo. En ellas, la gente corriente formulaba las preguntas al oráculo y éste respondía.

Tras la entrega de la región a Grecia, en 1912, el gobierno de Atenas decidió otorgar la concesión arqueológica a equipos nacionales, aún hoy a cargo de los trabajos. A lo largo del siglo pasado se desenterraron los principales edificios de Dodona. En la actualidad, uno de los objetivos se centra en encontrar estratos más antiguos que demuestren la relevancia del yacimiento antes del I milenio a.C. La escasa asistencia de turistas ha permitido que la exploración se lleve a cabo sin contratiempos y al ritmo deseado por los expertos allí destinados.

En torno a un árbol

Los trabajos han sacado a la luz restos, en su mayoría, del período helenístico (323-146 a.C.). En aquella época Dodona disfrutaba un cierto reconocimiento, tras siglos de decadencia ante otras sedes de oráculos más concurridas, como la citada Delfos, Epidauro y Delos. Pero la razón por la que no aparecen ruinas anteriores es otra. Aunque Dodona era la sede del oráculo más antiguo de Grecia, durante siglos, la vida en el santuario fue extremadamente humilde. La vida giraba en exclusiva alrededor de la encina sagrada donde se emitían los vaticinios. No había necesidad de construir edificios. Además, según Homero, los sacerdotes se regían por hábitos muy singulares: iban descalzos, no se lavaban los pies y dormían en el suelo. El objetivo era estar en contacto permanente y directo con el entorno, considerado un factor fundamental para la práctica adivinatoria. 

Ruinas de la muralla, parte del recinto sagrado.
De hecho, parece ser que la primera edificación, el templo de Zeus, se erigió hacia 400 a.C. al pie del árbol sagrado. Medio siglo después, esta construcción pasó a ocupar el centro de un complejo religioso amurallado, el santuario. Con el tiempo, éste incluiría otros templos dedicados a Heracles (el protector), Dione (la diosa Gea, muy venerada en Dodona), Temis (antigua esposa de Zeus) y Afrodita (la Venus romana). Salvo el primero, apenas queda rastro de ellos. Durante el reinado de Pirro (entre 307 y 272 a.C.), rey de Epiro, se produjeron los mayores cambios en Dodona. Surgió una ciudad en una colina al norte del santuario, que conectaba directamente con éste. Además, el Monarca mandó ampliar el templo de Zeus y construir el buleuterion, donde se reunían los dirigentes. Desde el punto de vista arquitectónico, el gran legado de Pirro es el teatro, uno de los más espectaculares del mundo griego antiguo. Más grande que el de Epidauro, aunque peor conservado, fue transformado en circo para luchas de animales y gladiadores durante la época romana. Ya en los años sesenta del siglo pasado se reconstruyó, y desde hace un tiempo acoge cada verano representaciones de teatro clásico para un máximo de catorce mil espectadores.

El fin del oráculo

La destrucción de buena parte de Dodona corrió a cargo de los etolios, pueblo heleno del sur de Epiro, en el último cuarto del siglo III a.C. El santuario fue uno de los pocos edificios que se salvó -aunque parcialmente- del ataque, debido al respeto religioso de los atacantes por Dodona. Pero sobrevivió a duras penas al período romano. El oráculo siguió siendo objeto de consultas hasta que la llegada del cristianismo en los siglos III y IV puso fin a toda su actividad. Dodona caería en el olvido durante los siguientes mil cuatrocientos años. 

Oráculo de Dodona

1. ACRÓPOLIS- La ciudad, de planta cuadrada, estaba rodeada por una muralla y tenía tres puertas de acceso. De las dos ubicadas al sur, una comunicaba directamente con el santuario y otra con el área del teatro. La tercera, enmarcada entre dos torres, daba al este.

2. MURALLA DE LA CIUDAD- Con un espesor de entre tres y cinco metros, contaba con torres de defensa cuadradas a intervalos regulares.

3. BASÍLICA- Erigida por los primeros cristianos en la región hacia el siglo IV con material de otros edificios del lugar, tenía tres naves y sus cimientos ocupaban parte del templo de Heracles.

4. TEMPLO DE HERACLES- Rendía culto al héroe griego por excelencia, de quien la leyenda cuenta que estuvo en Dodona durante la realización de uno de sus famosos doce trabajos. De forma rectangular, era más pequeño que el templo de Zeus.

5. TEMPLO DE ZEUS- De forma cuadrada, en él se daban a conocer los vaticinios. Así lo demuestra el hallazgo de unas láminas de plomo en las que se gravaban las respuestas del dios. En el interior y alrededor del edificio se han encontrado representaciones escultóricas de Zeus.

6. MURALLA DEL SANTUARIO- Rodeaba el complejo religioso, donde se hallaban los principales edificios de Dodona. Su tramo norte coincidía con la muralla sur de la ciudad.

7. BULEUTERION- Centro político de Dodona, tenía una planta rectangular. Constaba de una gran sala con doble columnata jónica (el segundo orden arquitectónico de la Grecia clásica], abierta a un pórtico dórico [primer orden].

8. ESTADIO- Filipo V de Macedonia mandó construirlo a finales del siglo III a.C. Sin embargo, nunca desempeñó un papel relevante en la ciudad. Los restos actuales son escasos.

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