domingo, 26 de febrero de 2012

España inventó los marines

Ni Hollywood, ni Iwo Jima, ni gaitas que valgan. Fueron los españoles quienes inventaron la Infantería de Marina en 1537. Cuatrocientos setenta y cinco años que se cumplen el día 27

Infante de marina a bordo del"Alfonso XIII" 
Que no, que no les engañen. Olvídense de Iwo Jima y de Guadalcanal, de la guerra en el Pacífico y de las películas de Hollywood. Que antes, muchísimo antes (más de dos siglos) de que los marines norteamericanos fueran creados por el capitán Samuel Nicholas y se convirtieran en carne de cañón y peliculera, los marines ya estaban inventados y requeteinventados por los españoles, y además, tenían un nombre mucho más poético, gallardo y orgulloso: la infantería de marina.

O, si lo prefieren, Compañías Viejas del Mar de Nápoles o arcabuceros de galera, creadas tras una disposición firmada por el Emperador Carlos V, en el año de gloria de 1537, hace ahora 475 veces que el Sol ha dado la vuelta alrededor de nuestro planeta. Cinco siglos dejándose la piel en todos los continentes, pero siempre con España en el corazón y la patria como bandera: «Infantes de marina / marchemos a luchar, / La Patria engrandecer / y su gloria acrecentar, / nobleza y valentía / nuestros emblemas son: / no abandonar la Enseña / al ruido del cañón / porque morir por ella / es nuestra obligación», como reza el himno que los infantes españoles cantan en las ocasiones señaladas.

La idea imperial surgió tanto de una necesidad como del genio militar de nuestros antepasados en el siglo XVI. Se trataba de establecer una fuerza de combate ágil y de gran poder destructivo, capaz, además, de moverse en los abordajes y en la defensa de las propias galeras con la misma pericia y la osada naturalidad con la que sobre la tierra firme ya lo hacía nuestra gloriosa y fiel infantería. La de toda la vida.

Felipe II, siempre pendiente de las cuestiones de Estado y de que en España de ninguna de las maneras se pusiese el Sol, no tardaría en darse cuenta de que la gran idea de su padre debía convertirse en un objetivo prioritario de nuestra estrategia militar y marítima.

Mayormente, debido a la cada vez más intensa influencia y despliegue militar y naval de los turcos en el Mare Nostrum. Así, el 27 de febrero de 1566, casi treinta años después de la orden de Carlos I, su Majestad Católica Felipe II crea el «Tercio de la Armada del Mar Océano». Solo hicieron falta cinco años para que la unidad se mostrara decisiva en la carnicería de Lepanto, y fueron infantes de marina quienes rindieron la «Sultana», la nao capitana de Alí Pachá. Aquello solo fue el principio.

La defensa de la España Imperial allende el Atlántico durante décadas y décadas, frente a piratas, corsarios, y bucaneros; la Guerra de la Independencia (infantes de marina eran quienes persiguieron a las tropas napoleónicas al otro lado de los Pirineos tras nuestra victoria); y, por supuesto, las guerras de independencia hispanoamericanas, y luego Cuba, Filipinas, Guinea y Sidi Ifni.

Allende y aquende

Un heroico y abnegado viaje a lo largo de la Historia del mundo y de España que en los últimos años ha llevado a la Infantería de Marina de nuestra Nación a ser una de las mejores unidades en su género, intensiva y exhaustivamente preparada, dotada del mejor material y de una categoría suprema militarmente hablando, que la ha llevado a participar en nuestras misiones de paz por todo el mundo y a ser la avanzadilla de la Operación Atalanta contra la piratería en el Océano Índico.

También conviene destacar que desde el año 1763, la Infantería de Marina es Cuerpo de Casa Real, recompensa y privilegio que obtuvo tras sus hercúleo y heroico combate en la defensa del Castillo del Morro de La Habana frente a la flota inglesa. San Fernando, Cartagena, Barbate, Ferrol, las Canarias y Madrid tienen hoy el honor de cobijar a las distintas unidades de la Infantería de Marina. Estos sí que son de película, y como a ellos les gusta decir, «con lo pocos que somos, la que hemos liado».

Ahí les dejamos, con 475 años de honor y sacrificio en el petate. Ahí les dejamos, cantando: «No me llores madre mía / si en la lucha he de quedar / que es deber del español / ! por la Patria ! /su sangre derramar»".

lunes, 20 de febrero de 2012

El hijo ilegítimo de Adolf Hiter

Nuevas informaciones apoyan la teoría de que Hitler tuvo un hijo secreto en 1918 tras un romance con una adolescente francesa

Nuevas informaciones apoyan la teoría de que Adolf Hitler tuvo un hijo secreto en 1918 después de un romance con una adolescente francesa, según publica la revista francesa «Le Point».

El pregunto hijo del dictador alemán se llama Jean-Marie Loret y murió en 1985. En su juventud se unió a la Resistencia francesa y luchó contra las fuerzas alemanas. Loret afirmaba en una autobiografía ser hijo de Hitler, un documento muy debatido entre los expertos.

La revista francesa aporta como novedad un análisis de escritos de Hitler con los de Loret . También que el ejército francés financió a su madre durante la Segunda Guerra Mundial y nombra pinturas aparentemente firmadas por Hitler en el ático de la mujer.

«Le Point» asegura también que Loret intentó en los años 70 demostrar el parentesco, para lo cual contrató a varios expertos: un historiador que visitó su casa de infancia y un investigador de la Universidad de Heidelberg, que comparó muestras de sangre. «Todos llegaron a la misma conclusión: Jean-Marie Loret era probablemente el hijo de Adolf Hitler», publica la revista.

La madre de Loret, Charlotte Lobjoie, tenía 16 años cuando Hitler, que sirvió en Francia durante la Primera Guerra Mundial, tuvo supuestamente un romance con ella en 1917. Según escribe Loret, sus padres se habrían conocido en un campo de heno en Fournes-en-Weppe.

Charlotte Lobjoie siempre se negó a hablar de las circunstancias que rodearon al nacimiento de su hijo y lo dio en adopción en 1934. Solo unas semanas antes de morir habría reconocido la paternidad de Loret.

martes, 7 de febrero de 2012

La Iglesia utilizó a 6000 esclavos en el nazismo

Sobre el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, Benedicto XVI se preguntaba en 2006 "dónde estaba Dios en aquellos días". No mencionó la culpa de los alemanes y calificó el Holocausto como un "instrumento de la saña destructiva" de un "grupo de criminales". Tampoco se planteó otra cuestión: ¿dónde estaba la Iglesia católica? El cardenal Karl Lehmann presentó en Maguncia un estudio que ilustra el papel de la Iglesia de Roma en el sistema nazi de trabajos forzados durante la II Guerra Mundial. Entre seis y ocho mil esclavos trabajaron para ella.

El historiador Karl-Joseph Hummel, que ha editado este informe, describía  las dificultades de los católicos bajo el nazismo. "Mediante contratos con el Ejército, los monasterios y otras instituciones evitaban las posibles expropiaciones" de un régimen hostil. Para cumplir estos contratos en medio de la guerra, la Iglesia recurrió a los trabajadores forzados puestos a su disposición por los nazis como "medida de autodefensa". El catedrático de la Universidad Libre de Berlín Wolfgang Wippermann destacaba la "estrecha relación" entre la Iglesia católica y la Comisión de Historia que ha guiado el estudio. Para él "tiene como meta la justificación de algunos comportamientos del Vaticano respecto a la Alemania de Hitler".

lunes, 6 de febrero de 2012

El Rey mostró "comprensión" por los golpistas del 23-F, según 'Der Spiegel'

El rey Juan Carlos expresó “comprensión, si es que no incluso simpatía” por los golpistas del 23-F de 1981. El entonces embajador de Alemania en Madrid, Lothar Lahn, informó a su Gobierno de las palabras “casi de disculpa” que el Rey dedicó a los militares sublevados contra el Gobierno de Adolfo Suárez. En una reunión privada entre el embajador y el Jefe del Estado que tuvo lugar en el Palacio de la Zarzuela el 26 de marzo, don Juan Carlos explicó a Lahn que los militares conjurados “solo querían lo mismo a lo que todos aspiramos: el restablecimiento del orden, la disciplina, la seguridad y la calma”. El despacho 524 enviado por Lahn a Bonn, cuyo contenido recoge el semanario Der Spiegel en su edición del lunes, se publicará íntegro en el mes de febrero.

La Casa del Rey ha dicho: "El papel del Rey para toda la sociedad española en defensa de la Constitución y de la democracia está claro". También ha indicado que "habría que ver los motivos que llevaron al embajador a hacer este cable y saber si hubo otros anteriores o posteriores y por lo tanto si su opinión varió", informa Mabel Galaz.

El Embajador alemán cuenta, además, que el monarca planeaba interceder ante el Gobierno y ante la Justicia Militar para que Antonio Tejero y los demás involucrados “no les sucediera nada demasiado grave” como consecuencia del 23-F. Porque a fin de cuentas, cita el diplomático a don Juan Carlos, los golpistas “sólo querían lo mejor”. De acuerdo con las referencias publicadas ahora en Alemania, el Rey “no expresó indignación ni repulsa hacia los actores” del golpe.

Las informaciones que el Embajador envió a Bonn denotan cierta sorpresa ante la actitud del Rey frente al complot militar. Explica que el Jefe del Estado constitucional culpaba de la intentona militar al presidente del Gobierno democráticamente elegido, Adolfo Suárez. Refiere Lahn que el Rey le detalló cómo Suárez “despreció al Ejército”. Él le había aconsejado al Presidente que “tuviera en cuenta las peticiones de los militares”. Hasta que ellos “empezaron a actuar por su cuenta”.

Lahn cuenta en su cable diplomático que el Rey se reconoció “decepcionado” por la crucial implicación del General Alfonso Armada en el intento de derrocar al Gobierno. Explica que Armada se aprovechó de su proximidad al monarca, de quién había sido secretario durante años, para hacer creer a los conjurados que actuaba con la connivencia real. En marzo, don Juan Carlos esperaba que el episodio “se olvide cuanto antes”. Expresó su convicción de que no se repetiría una intentona de ese tipo. No sólo no se ha olvidado, sino que se recuerda como la principal contribución del rey a la preservación de la democracia.

El Gobierno alemán ha desclasificado este y otros documentos diplomáticos de la época, que se publicarán en las próximas semanas en el volumen más reciente, correspondiente a 1981,de la serie “Actas de Política Exterior de la RFA”. La autobiografía del también diplomático Klaus Wilhelm Platz describe a Lothar Lahn como “uno de los más capaces y experimentados diplomáticos” con los que contaba la Oficina de Exteriores de Bonn en los años 70 del siglo pasado. Ambos compartieron destino chileno durante algunos años. Según su testimonio, Lahn “dominaba la lengua española”. Esto le habría permitido departir en castellano con el Rey.

¿Por qué, se preguntan en Der Spiegel, contó el Rey todo esto a un diplomático alemán? Proponen que, quizá, lo hizo confiando en su discreción. O tal vez para quitar hierro a la situación y contribuir a que la democracia española recuperase algo del prestigio perdido. También es posible que creyera, con razón o sin ella, que su interlocutor pensaba igual. Lothar Lahn fue embajador de la RFA en España entre 1977 y 1982. Cuando se reunió en el monarca, el diplomático tenía 59 años. Lahn tenía experiencia con golpistas: había representado a su país en Chile en los años del Golpe militar de Augusto Pinochet en 1973. Murió en 1994.

Hitler en Praga y Berlín

domingo, 5 de febrero de 2012

La rival de Delfos

El oráculo de Dodona fue el más antiguo de Grecia, pero jamás superó en fama al de Delfos. Hoy se alza como un paraíso arqueológico en plena naturaleza.

Teatro de Dodona
Situada en la región noroccidental de la península helena, no muy lejos de la frontera con Albania, Dodona se encuentra muy alejada de los circuitos turísticos de Grecia. Por eso muy pocos conocen el yacimiento, uno de los más interesantes del país. Ya en la Antigüedad su gran desventaja radicó en estar ubicada en los confines del mundo griego, con epicentro político y cultural más al sur, a orillas del Egeo. Durante la época clásica (siglo V a.C.) el oráculo de Apolo de Delfos la superó en importancia. Sin embargo, como sede del oráculo de Zeus, Dodona siempre se mantuvo como un referente para los antiguos griegos. Hoy, sus ruinas permanecen en la misma área solitaria que la vio nacer y morir.

¿Dónde está qué?

Este lugar del Epiro fue desde los inicios de las excavaciones arqueológicas en Grecia un objetivo secundario. Sin duda, presentaba una serie de inconvenientes. El primero radicaba en el desconocimiento del lugar exacto en que se hallaba. Aunque existían referencias en los textos clásicos griegos que detallaban su entorno natural, los sucesivos cambios en la toponimia y la creencia equivocada de que se alzaba en la ladera de una montaña llevaron a algunos investigadores a cometer errores sobre su verdadera localización. En las primeras décadas del siglo XIX diversos viajeros, sobre todo británicos, recorrieron la región descubriendo varios yacimientos, pero no el de Dodona. Otro aspecto desfavorable era la lejanía geográfica con respecto al centro de la arqueología griega de la época: el Peloponeso, la Ática y Delfos. Por último, tampoco ayudaba el hecho de que todo el norte de la Grecia actual estaba en manos turcas (hasta comienzos del XX). Ello implicaba solicitar permisos de excavación a las autoridades otomanas, una tarea lenta y dificultosa. Finalmente, fue el británico Christopher Wordsworth quien, en 1832, localizó e identificó Dodona. La halló 22 km al sur de la moderna ciudad de Ioannina, en un valle cercano a los montes Pindo, junto a los restos de una basílica cristiana. Sin embargo, las excavaciones no se iniciaron hasta cuatro décadas más tarde. Su impulsor fue el griego Konstantin Kaparanos. Aunque era un aficionado -más que un arqueólogo preparado-, tuvo la habilidad para conseguir el permiso de los dirigentes turcos. Probablemente, se benefició del reciente descubrimiento de Troya por el alemán Heinrich Schliemann y del creciente interés del gobierno de Estambul por la arqueología. Además de desenterrar parte del inmenso teatro y la planta del templo de Zeus, entre sus hallazgos llamaron la atención unas tablillas de plomo. En ellas, la gente corriente formulaba las preguntas al oráculo y éste respondía.

Tras la entrega de la región a Grecia, en 1912, el gobierno de Atenas decidió otorgar la concesión arqueológica a equipos nacionales, aún hoy a cargo de los trabajos. A lo largo del siglo pasado se desenterraron los principales edificios de Dodona. En la actualidad, uno de los objetivos se centra en encontrar estratos más antiguos que demuestren la relevancia del yacimiento antes del I milenio a.C. La escasa asistencia de turistas ha permitido que la exploración se lleve a cabo sin contratiempos y al ritmo deseado por los expertos allí destinados.

En torno a un árbol

Los trabajos han sacado a la luz restos, en su mayoría, del período helenístico (323-146 a.C.). En aquella época Dodona disfrutaba un cierto reconocimiento, tras siglos de decadencia ante otras sedes de oráculos más concurridas, como la citada Delfos, Epidauro y Delos. Pero la razón por la que no aparecen ruinas anteriores es otra. Aunque Dodona era la sede del oráculo más antiguo de Grecia, durante siglos, la vida en el santuario fue extremadamente humilde. La vida giraba en exclusiva alrededor de la encina sagrada donde se emitían los vaticinios. No había necesidad de construir edificios. Además, según Homero, los sacerdotes se regían por hábitos muy singulares: iban descalzos, no se lavaban los pies y dormían en el suelo. El objetivo era estar en contacto permanente y directo con el entorno, considerado un factor fundamental para la práctica adivinatoria. 

Ruinas de la muralla, parte del recinto sagrado.
De hecho, parece ser que la primera edificación, el templo de Zeus, se erigió hacia 400 a.C. al pie del árbol sagrado. Medio siglo después, esta construcción pasó a ocupar el centro de un complejo religioso amurallado, el santuario. Con el tiempo, éste incluiría otros templos dedicados a Heracles (el protector), Dione (la diosa Gea, muy venerada en Dodona), Temis (antigua esposa de Zeus) y Afrodita (la Venus romana). Salvo el primero, apenas queda rastro de ellos. Durante el reinado de Pirro (entre 307 y 272 a.C.), rey de Epiro, se produjeron los mayores cambios en Dodona. Surgió una ciudad en una colina al norte del santuario, que conectaba directamente con éste. Además, el Monarca mandó ampliar el templo de Zeus y construir el buleuterion, donde se reunían los dirigentes. Desde el punto de vista arquitectónico, el gran legado de Pirro es el teatro, uno de los más espectaculares del mundo griego antiguo. Más grande que el de Epidauro, aunque peor conservado, fue transformado en circo para luchas de animales y gladiadores durante la época romana. Ya en los años sesenta del siglo pasado se reconstruyó, y desde hace un tiempo acoge cada verano representaciones de teatro clásico para un máximo de catorce mil espectadores.

El fin del oráculo

La destrucción de buena parte de Dodona corrió a cargo de los etolios, pueblo heleno del sur de Epiro, en el último cuarto del siglo III a.C. El santuario fue uno de los pocos edificios que se salvó -aunque parcialmente- del ataque, debido al respeto religioso de los atacantes por Dodona. Pero sobrevivió a duras penas al período romano. El oráculo siguió siendo objeto de consultas hasta que la llegada del cristianismo en los siglos III y IV puso fin a toda su actividad. Dodona caería en el olvido durante los siguientes mil cuatrocientos años. 

Oráculo de Dodona

1. ACRÓPOLIS- La ciudad, de planta cuadrada, estaba rodeada por una muralla y tenía tres puertas de acceso. De las dos ubicadas al sur, una comunicaba directamente con el santuario y otra con el área del teatro. La tercera, enmarcada entre dos torres, daba al este.

2. MURALLA DE LA CIUDAD- Con un espesor de entre tres y cinco metros, contaba con torres de defensa cuadradas a intervalos regulares.

3. BASÍLICA- Erigida por los primeros cristianos en la región hacia el siglo IV con material de otros edificios del lugar, tenía tres naves y sus cimientos ocupaban parte del templo de Heracles.

4. TEMPLO DE HERACLES- Rendía culto al héroe griego por excelencia, de quien la leyenda cuenta que estuvo en Dodona durante la realización de uno de sus famosos doce trabajos. De forma rectangular, era más pequeño que el templo de Zeus.

5. TEMPLO DE ZEUS- De forma cuadrada, en él se daban a conocer los vaticinios. Así lo demuestra el hallazgo de unas láminas de plomo en las que se gravaban las respuestas del dios. En el interior y alrededor del edificio se han encontrado representaciones escultóricas de Zeus.

6. MURALLA DEL SANTUARIO- Rodeaba el complejo religioso, donde se hallaban los principales edificios de Dodona. Su tramo norte coincidía con la muralla sur de la ciudad.

7. BULEUTERION- Centro político de Dodona, tenía una planta rectangular. Constaba de una gran sala con doble columnata jónica (el segundo orden arquitectónico de la Grecia clásica], abierta a un pórtico dórico [primer orden].

8. ESTADIO- Filipo V de Macedonia mandó construirlo a finales del siglo III a.C. Sin embargo, nunca desempeñó un papel relevante en la ciudad. Los restos actuales son escasos.

sábado, 4 de febrero de 2012

La injusticia de Dachau, el juicio a los suprevivientes españoles

Al término de la Segunda Guerra Mundial, cinco españoles prisioneros del campo nazi de Mauthausen en vez de ser liberados, fueron acusados por el Ejército de los Estados Unidos de colaborar con los nazis. A Laureano Navas, Moisés Fernández, Domingo Félez, Indalecio González, y Joaquín Espinoza, se les procesó por los cargos de: "Violaciones de Leyes y Prácticas de Guerra", por su participación en la conspiración del gobierno alemán para llevar a cabo el exterminio de adversarios civiles, disidentes políticos, y judíos.

Los cinco fueron combatientes del ejército republicano. Tras la Guerra Civil se refugiaron en Francia. Padecieron la condiciones infrahumanas de los campos de concentración franceses. El gobierno francés les reclutó para trabajar en operaciones de defensa como la construcción de la Línea Maginot.

Durante la invasión alemana, los españoles fueron hechos prisioneros con la tropa francesa. Marcharon hasta los Stalags, centros de recepción de prisioneros. De donde los nazis, a partir de 1940, hicieron partir a varios contingentes de españoles. Unos 10.000 españoles fueron deportados al campo de Mauthausen.

Los campos de concentración se clasificaban en categorías del 1 al 3, siendo 3 la que imponía condiciones más brutales al trato de los prisioneros. Mauthausen pertenecía a esta última categoría.

El 5 de mayo de 1945, una patrulla exploradora del Ejército de los Estados Unidos localizó el campo de Mauthausen; al día siguiente, la 11ª División Acorazada del ejército de los Estados Unidos ocupó oficialmente la fortaleza. Todos los nazis huyeron. Fueron pocos los que se suicidaron como el capitán Bachmayer, o que fueron hechos prisioneros como el comandante Ziereis, a quien el ejército de los Estados Unidos persiguió e hirió, muriendo desangrado. Con la llegada del ejército de los Estados Unidos, en el campo de concentración hubo euforia y también caos. Unos 700 cadáveres sin enterrar y unos 80.000 prisioneros que alimentar y repatriar. Aquellos prisioneros que habían sido caporales, que habían tenido bajo su mando a otros presos y que impusieron la disciplina con golpes y palizas, fueron liquidados por los mismos presos.

En el campo de Mauthausen el ejército de los Estados Unidos abrió una oficina con un cartel donde se leía: "Crímenes de guerra". En esa oficina, cualquier prisionero podía hacer una denuncia.

Los juicios de Dachau

Al mismo tiempo que en Nuremberg se celebraban los juicios del Tribunal Internacional, que procesó a los principales criminales de guerra nazi, en el antiguo campo nazi de Dachau el ejército de los Estados Unidos estableció una Corte Militar para castigar a los militares y civiles responsables de la administración y supervisión de los campos de concentración liberados por ellos. Una resolución del Consejo Central de los países aliados autorizó a Francia, Inglaterra y Estados Unidos a realizar juicios contra los criminales de guerra, presos en la zonas ocupadas por sus ejércitos. Los campos de concentración nazis de Dachau, Buchenwald, Mauthausen, Flossenbürg, Mühldorf y Nordhausen-Dora fueron liberados por el ejército de los Estados Unidos. Unos 1.672 oficiales, guardias, médicos y civiles fueron llevados a Dachau, para ser juzgados.

Sin derecho a la presunción de inocencia

En su libro Innocent at Dachau (1993), el investigador estadounidense Joseph Halow se refiere a las irregularidades cometidas durante los juicios a los republicanos españoles en Dachau, dedicándole dos capítulos al caso de los kapos españoles.

Ilse Koch en el juicio.
Ilse Koch durante el juicio.
Halow, con sólo 19 años había sido transcriptor de la Corte Militar de Dachau. Para la elaboración de su libro, consultó los archivos nacionales de los Estados Unidos (NARA) y analizó las transcripciones de los juicios que él mismo había mecanografiado en 1947.

Según Halow, el Tribunal Militar de los Estados Unidos, siguiendo las directrices del general Fay Pricket, estableció para el campo de Mauthausen y sus subcampos el principio de "special findings" o apreciaciones especiales, que significaba que todo el personal que tuviera alguna función en el campo de Mauthausen o en algunos de sus kommandos, así fuera un empleado civil o un funcionario militar, era acusado como criminal de guerra.

"La corte encuentra que existe un registro irrefutable de muertes causadas por disparos, asfixia con gases, ahorcamientos, hambruna, y otros deplorables métodos, originados por una conspiración planificada y deliberada por los oficiales del Reich, conocida por la alta jerarquía nazi, y por los prisioneros, fueran políticos, criminales o militares." (Halow, p. 93)

Halow sostiene que el fiscal militar, William Miller (p. 95) argumentó a favor de la inclusión de los prisioneros españoles, que habían tenido algún "cargo" durante su reclusión en el campo como personal civil, a ser sometidos bajo el principio de "apreciaciones especiales". Lo que significaba su culpabilidad antes de ser juzgados.

Era frecuente que los españoles fueran elegidos como kapos o miembros de algún kommando de trabajo. Los españoles se destacaban del resto de los prisioneros por el conocimiento de algún oficio y por el entrenamiento militar que recibieron durante la Guerra Civil. El kapo tenía bajo sus órdenes a una cuadrilla de prisioneros destinada a realizar algún trabajo, era responsable de la disciplina de su grupo, y respondía ante el kapo principal del campo. Era común, aunque hubo excepciones, que los kapos usaran alguna forma de fuerza física para mantener la productividad y la férrea disciplina exigida por las SS.

Tres de los españoles acusados en Dachau fueron nombrados por la SS para el puesto de kapos. González ostentó el cargo más importante como jefe de kapos de varios kommandos en el campo de Sankt Georgen. Tenía a su cargo a 1.600 hombres. González tenía asignada la tarea de abrir túneles con dinamita, donde la SS escondía la fábrica de aviones Messerschmitt. Navas fue el jefe de una cuadrilla de prisioneros que construyó los rieles del tren en la cantera de Gusen. Según Navas, la cuadrilla bajo su cargo estaba compuesta por cinco españoles. Fernández fue jefe de una cuadrilla de prisioneros en el campo de Steyr, anexo a una fábrica de armamento. Félez fue barbero del campo de Gusen y del campo de Wiener Neudorf, cercano a la fábrica de aviones Focker Wulf, en Viena. Por último, Joaquín Espinoza fue pela patatas, asistente del kapo de la cocina en el campo de Gusen.

Irregularidades en los juicios

La Oficina del Fiscal consideró que al encontrarse los españoles en una zona de guerra liberada por los Estados Unidos, estos prisioneros eran parte de su ámbito de acción; sin embargo la misma Oficina excluía de su jurisdicción: "a ciertas clases de ciudadanos estadounidenses y a otros nacionales". Los testigos del fiscal fueron remunerados por sus servicios. Este fue el caso de Pedro Gómez, el único testigo español que estuvo presente en los juicios.

Un mismo testigo se utilizó en diferentes casos, por ejemplo, el francés Jean Loureau, principal testigo acusatorio en el caso de González, también atestiguó en contra del alemán Quirin Flaucher.

Fotografía de Laureano Navas, condenado a seis años tras la revisión del juicio.
Laureano Navas.
Los testigos vivían en el campo de Dachau en el mismo lugar donde vivían los acusados y el personal militar encargado de administrar los juicios. El acusado Moisés Fernández se quejó de que dos hombres lo habían golpeado para que admitiera que había cometido un asesinato.

Los testigos "profesionales" pusieron a los fiscales en varios apuros, a menudo éstos se vieron obligados a recordarles detalles de sus declaraciones previas al juicio. Un testigo declaró, durante el interrogatorio preliminar, que el acusado Domingo Félez marcó prisioneros con la letra "Z" para ser llevados a la cámara de gas, sin embargo durante el juicio este mismo testigo manifestó que la letra era "K" y significaba su envió al crematorio para ser incinerados.

La defensa, en el juicio, estuvo a cargo del mayor Louis Benson, asistido por Harry Ebert. La defensa no pudo acceder a testigos confiables, la mayoría de los prisioneros liberados fueron repatriados, o en el caso de los republicanos españoles, muchos regresaron a Francia. Por consiguiente, era imposible citarlos como testigos. La defensa utilizó a otros acusados en otros juicios como testigos de descargo, lo que restaba peso a sus testimonios, puesto que se podía pensar que los testigos sentían simpatía por otros hombres que como ellos también eran acusados. Por ejemplo, el acusado Domingo Félez atestiguó a favor del otro acusado español, Joaquín Espinoza.

Las acusaciones que se escucharon eran vagas e imprecisas. Es decir, que alguien les había contado sobre el supuesto maltrato que el acusado supuestamente ocasionó a otro prisionero. Los testigos del fiscal no fueron victimas de los supuestos golpes que los acusados supuestamente infligían a los prisioneros del campo. Siempre se referían a los golpes que había recibido algún conocido, cuyo nombre la mayoría de las veces no sabían. Muchos de los testigos acusatorios eran judíos de Europa oriental, que no simpatizaban con los republicanos españoles, y que los estigmatizaban como "rojos" y "ateos".

He traducido parte del informe que la capitana Nunes, del Departamento de Revisión de Juicios, escribió el 14 de enero de 1948 con respecto al acusado Moisés Fernández; en éste se puede apreciar el tipo de evidencia que se presentó ante la Corte, y que sirvió de base para condenar a los acusados.

Evidencia para la acusación: El acusado manifestó que llegó a Mauthausen en diciembre de 1940, que en enero de 1942 fue transferido al subcampo de Steyr donde estuvo hasta 1945, después fue transferido a Gusen donde estuvo hasta mayo de 1945. Un testigo dice que Fernández era un kapo en Steyr donde era conocido como "César", que el acusado pegó a prisioneros con un palo largo, que en noviembre de 1944 él vio cómo el acusado golpeó con fuerza a un yugoslavo, que él llevó a este prisionero al hospital, que él vio el cuerpo de este prisionero en la mañana, y que el doctor le dijo que el prisionero había muerto de una paliza. Un segundo testigo manifestó en una declaración extrajudicial bajo juramento que en Steyr, el acusado maltrató severamente a prisioneros rusos, franceses, polacos y judíos; y que el acusado golpeó a este testigo con un cucharón. Otro testigo manifestó, en una declaración extrajudicial bajo juramento, que el acusado maltrató severamente a otros prisioneros rusos, franceses y polacos. Un testigo de la defensa escuchó que el acusado pegó en la cabeza a otro prisionero con un cucharón.

Evidencia para la defensa: El acusado manifestó que fue hecho kapo en Steyr en 1943; pero que él no maltrató a los prisioneros. Otros testigos, a su vez acusados en otros juicios "Estados Unidos contra Frisch", dicen que Fernández trató bien a los prisioneros. Esta afirmación fue corroborada por otros guardias en declaraciones extra judiciales bajo juramento.

Pero la evidencia de la defensa, no fue debidamente considerada y ponderada en la sentencia. El acusado Moisés Fernández fue condenado ¡a 20 años de prisión!

Dos años después de la liberación de Mauthausen, el 21 de julio de 1947, Indalecio González era condenado a la pena de muerte en la horca; Laureano Navas recibía cadena perpetua; Joaquín Espinoza tres años de cárcel; Domingo Félez dos años. La única sentencia desaprobada, en enero de 1948, por la capitana Nunes fue la de dos años que recayó sobre Domingo Félez.

Sin derecho a contar con un intérprete profesional

La ausencia de un intérprete cualificado, a fin de que los acusados entendieran lo que se les preguntaba y que pudieran contestar eficazmente a su favor, se planteó como consecuencia del caso de una prisionera alemana, Ilse Koch, quien ciertamente no tuvo esas dificultades.

El general Lucius Clay, gobernador en Alemania, consintió en reducir la pena de Ilse Koch, esposa del comandante del campo de Buchenwald, de cadena perpetua a cuatro años en prisión. A pesar de que existían testimonios que la acusaban de golpear a prisioneros y del uso, por su parte, de piel humana tatuada para hacer lámparas que decoraban su casa.

Eve Hawkins fue transcriptora de la corte y nombrada, a pesar suyo, intérprete de la Corte Militar en Dachau. Ante la indignación que le causó la reducción de la condena de Ilse Koch, escribió una carta al The Washington Post, publicada el 27 de septiembre de 1948.

"Nosotros, los transcriptores de la corte, que tuvimos que escuchar el testimonio de sus crueles crímenes, día tras día, no nos sorprendió la reducción de la sentencia, (...) había un sentido malentendido de la caballerosidad, de la piedad por parte de los incompetentes de la corte que contrastaba con las penas recibidas por un grupo de españoles, víctimas del holocausto, que fueron capturados por los alemanes en Francia, escapando del régimen de Franco, y deportados por los nazis a su campo dantesco de horror y de trabajos forzados."

"Qué ironía, a nadie le preocupó si ellos comprendieron los juicios. El único idioma que ellos entendían y hablaban era el español. No hubo traductores profesionales del español en Dachau, solo una transcriptora con algunos años de residencia en Latino América y con un conocimiento básico del español (...). También, hubo una taquígrafa procedente de Nuevo México con aún menos conocimientos."

"La transcriptora de la corte fue nombrada para el trabajo de intérprete, aunque ella no estaba cualificada para traducir en un tribunal penal donde se juzgaba la vida de los prisioneros. La raza suprema tenía derecho a una asesoría legal y a traductores competentes, pero a los españoles, los no beligerantes, los nacionales de un país que no combatimos, los involucrados inocentes, uno podría decir, a nadie les importó un bledo." (Halow, pp. 236-237).

Proporcionalidad de las penas

La carta de Eve Hawkins, originó que la oficina del Fiscal General ordenara la revisión por segunda vez del caso de los cuatro españoles. El abogado civil Mclintock, quien había sido fiscal en otro juicio en Dachau, concluyó:

"Durante su reclusión en el campo de concentración, tres de los acusados, debido a su colaboración y asistencia con la SS, fueron nombrados jefes de otros prisioneros o kapos, y el acusado GONZALEZ llegó al puesto privilegiado de oberkapo, de manera que él era el oficial más importante de todo el campo"

Ejecución de Indalecio González.
Indalecio González. 
Indalecio González fue ejecutado en la prisión de Landsberg en febrero de 1949. A pesar de las solicitudes de clemencia que hicieron el diputado del Partido Nacionalista Vasco, Manuel Irujo, La Liga Española de los Derechos del Hombre, el ministro del Interior y de la Defensa de la República en el exilio, Julio Just y la esposa del acusado, Paquita González.


Llama la atención la desigualdad de trato recibido por los procesados españoles con el que se otorgó a los procesados alemanes por hechos similares, como se refleja, por ejemplo, en el caso de Ilse Koch .

Solicitud de clemencia para los nazis

En 1951, Laureano Navas cumplía su sexto año de condena en prisión. La opinión pública alemana y el Vaticano solicitaron clemencia para los alemanes criminales de guerra nazi, pero no para los españoles víctimas de los nazis. Una junta de abogados militares seleccionó a un grupo de prisioneros condenados en Dachau con el propósito de revisar su caso y rebajar las sentencias. Laureano Navas era el cuarto de una lista de once condenados. El caso de Navas llamó la atención del abogado alemán Otto Kranzbuehler. El abogado argumentó que Navas era teniente del ejército francés, y por lo tanto los Estados Unidos no tenían jurisdicción sobre su persona. Sostuvo que a Navas no se le podía aplicar el principio de "apreciaciones especiales". Se apoyó en el precedente del prisionero francés Marcel Boltz, acusado de colaborador en la Masacre de Malmedy, donde unos 100 soldados estadounidenses fueron capturados y ejecutados por una unidad de soldados alemanes. Los cargos que se hicieron en contra de Boltz fueron rechazados y su caso nunca fue llevado a juicio por el Tribunal de Dachau.

La periodista estadounidense Fern Hilton (2004), en su libro The Dachau Defendants, escribió sobre Navas: "Hubo inocentes que fueron atrapados por la trituradora del imperfecto sistema de justicia americano" (p. 7). Navas fue teniente en la Guerra Civil, lisiado de la mano derecha durante la guerra; gracias a sus estudios universitarios, con tan solo 19 años, fue nombrado teniente de la 31 compañía francesa de trabajadores extranjeros. Por el simple hecho de haber sido teniente del ejército francés, Navas no era susceptible de que se le aplicase el principio de "apreciaciones especiales". Por otra parte, la junta de abogados que revisaron el caso de Navas escribieron en el informe:

"Entonces encontramos a un acusado que ha sido sentenciado a cadena perpetua con base en el testimonio de un testigo, que si bien se refiere con claridad a un incidente de una paliza, aparece menos claro cuando se refiere a la persona que la ejecutaba"

No sólo se planteaba una cuestión de falta de pruebas, capaces de conducir a una condena; era también una cuestión de proporcionalidad de las penas y de trato equitativo con el dado a otros presos. Como lo comprueba, el siguiente comentario por parte de la misma junta de abogados:

"Si comparamos la sentencia del acusado con la de otros criminales de guerra quienes fueron encontrados culpables de cometer ofensas similares en naturaleza, sentimos que la sentencia es excesiva y que se decreta clemencia para reducir la sentencia al tiempo servido."

La sentencia de Navas de cadena perpetua fue reducida a los seis años que había cumplido en prisión. En cambio Moisés Fernández no corrió con la misma suerte, su sentencia sólo fue conmutada de 20 a 15 años en prisión. Su salud, deteriorada por los estragos de la guerra de España y durante los años de reclusión en el campo de Mauthausen, empeoró en la prisión de Landsberg. Fernández sufrió una infección en su fémur izquierdo, padeció de reuma, tuberculosis, y finalmente murió de un ataque al corazón en 1952, mientras cumplía el séptimo año de su condena en el Hospital Universitario de Múnich. Indalecio González y Moisés Fernández están enterrados en la prisión de Landsberg, en el mismo cementerio de los criminales de guerra nazis.

Reflexiones finales

Como hemos visto, la lista de irregularidades cometidas durante los juicios a los españoles republicanos es larga. El Tribunal Militar en Dachau no tenía competencia para juzgar soldados u oficiales de las compañías militarizadas francesas de trabajo. El Tribunal Militar no fue imparcial. Estableció el principio de la culpabilidad de los acusados por el mero hecho de estar éstos presentes en los campos. Ni los testigos del fiscal ni los testigos de la defensa, a los que la corte pudo acceder, eran confiables. Los testigos habían regresado a sus hogares y no era factible citarlos a comparecer en el juicio. No hubo un intérprete profesional del castellano. El tiempo de espera para celebrar su juicio fue excesivo. Algunos acusados denunciaron el uso de la fuerza física para obtener declaraciones. Las penas no estaban en proporción a las pruebas. Las sentencias fueron excesivas. Tampoco hubo la oportunidad de una doble instancia, que permitiera a los acusados apelar sus sentencias. Por todo lo dicho anteriormente podemos concluir que a los republicanos españoles en Dachau se les violó el derecho a un debido proceso.

La Guerra Fría que se había iniciado en 1945 entre los países occidentales y la Unión Soviética era ya un enfrentamiento abierto para julio de 1947, los Estados Unidos se abocaron a la reconstrucción de Alemania occidental, y para aquel momento sus enemigos ya no eran los alemanes sino la Unión Soviética y sus posibles aliados, la República española en el exilio.

El gobierno de Franco se desentendió de ellos, en Dachau continuaron siendo los "apátridas indeseables", Rotspanierkämpfer (Combatiente Rojo español). Sobre sus condenas pesó una gran carga política, que influyó tanto en la decisión de procesarlos como al momento de condenarlos.