domingo, 12 de agosto de 2012

Ernst Hess, el judío salvado por Adolf Hitler

El «Führer» protegió de la persecución nazi a su antiguo superior militar en la I Guerra Mundial

Una historiadora alemana sostiene que Adolf Hitler defendió personalmente a un jurista judío, su antiguo superior militar en la I Guerra Mundial, y le protegió al menos temporalmente de la persecución nazi, según un informe publicado por el periódico «Jewish Voice from Germany».

Según la experta Susanne Mauss, Ernst Hess, que se desempeñaba como juez en Düsseldorf (oeste) y que había sido comandante de la compañía en el que combatió Hitler en la I Guerra Mundial, estuvo a salvo hasta 1941 gracias a la intervención personal en su favor del dictador nazi.

El caso se encuentra documentado en una carta fechada en agosto de 1940 del comandante en jefe de las SS, Heinrich Himmler, en la que ordenaba a las todas autoridades nazis «dejar tranquilo, en todos los sentidos, (a Hess), según el deseo del 'Führer'».

En el curso de la expropiación de bienes pertenecientes a judíos en favor de ciudadanos de origen «ario», proceso conocido como «arización», Hess (1890-1983) fue suspendido como juez, tras lo cual se mudó con su familia en 1936 a Bolzano, en el Tirol italiano, señala la historiadora.

«Semijudío»

Según la carta de Himmler, Hess trató de contactar con Hitler a través de un compañero de guerra común, el capitán Fritz Wiedemann, que entre 1934 y 1939 fue ayudante del «Führer». En una misiva, Hess, convertido al protestantismo, pedía ser considerado según las leyes raciales de Nuremberg, como ciudadano «semijudío» y no enteramente judío.

Aunque Hitler rechazó esta solicitud, sí que dio la orden a las autoridades a través de Himmler de trasferir la pensión de Hess a Italia. Asimismo, Hess quedó eximido de la obligación de llevar el nombre «Israel» que lo identificaba como judío y recibió además un nuevo pasaporte en marzo de 1939 que no llevaba la letra «J» (por judío) estampada en rojo.

También el jefe de la Cancillería del Reich, Hans Heinrich Lammers, y el cónsul general alemán en Italia, Otto Bene, intercedieron por Hess. Después del pacto entre Hitler y Benito Mussoliniy la italianización fascista del sur del Tirol, la familia Hess se vio obligada a regresar en 1939 a Alemania y se trasladó al pueblo bávaro de Unterwössen.

Desprotegido

En 1941 Hess recibió la noticia de que ya no se encontraba bajo la protección de Hitler y fue internado en el campo de concentración de Milbertshofen, cerca de Múnich, donde tuvo que realizar trabajos forzados.

Según la historiadora, su matrimonio con Margarethe, una mujer no judía le salvó de la deportación, mientras la hija de Hess fue obligada a realizar trabajos forzados para una compañía eléctrica.

En tanto, la madre de Hess, Elisabeth, y su hermana Berta fueron deportadas por orden de Adolf Eichmann, artífice del plan de exterminio judío. Berta murió en el campo de exterminio de Auschwitz, mientras que la madre logró huir en las últimas semanas de la guerra del campo de concentración de Theresienstadt a Suiza. Después de la guerra, Hess se desempeñó como presidente de los ferrocarriles en la ciudad de Fráncfort.

Hitler, asesino en masa

Para Rafael Seligmann, editor del «Jewish Voice from Germany» (publicación que aparece trimestralmente con una tirada de 30.000 ejemplares), está claro que los voluntariosos ayudantes de Hitler cumplían incondicionalmente las órdenes del «Führer», ya fuera como salvador o como asesino en masa. Agregó que es obligación de un periódico judío describir también de esta forma el sistema criminal de los nazis.

La historiadora descubrió en el archivo regional de Renania del Norte-Wesfalia el revelador documento durante los preparativos el año pasado de una exposición.

Hasta el momento sólo se conocía otro caso en el que Hitler intercedió por un judío en la figura del médico de su madre, Eduard Bloch, de la ciudad austríaca de Linz, que hasta su emigración en 1940 habría estado bajo la protección del «Führer».

lunes, 18 de junio de 2012

El hijo francés de Hitler

Cuando la historia de que el dictador alemán Adolf Hitler pudo haber tenido un hijo secreto fruto de su relación con una joven francesa durante la Primera Guerra Mundial salió a la luz por primera vez en los años 80, los historiadores de entonces no le dieron demasiado crédito. Sin embargo, gracias a la reciente investigación del caso por parte de historiadores europeos, crece el interés por conocer más acerca de este episodio de la vida de Hitler. 

De acuerdo con un artículo aparecido en Discovery News, la investigación se inició a raíz de las declaraciones de Francois Gibault, abogado de Jean-Marie Loret, un ciudadano francés que afirmaba ser hijo del dictador nazi. 

En 1981, Loret publicó un libro titulado Tu padre se llamaba Hitler en el que relató que en 1917 su madre, Charlotte Lobjoie, de 16 años, conoció a Hitler, entonces soldado del Ejército alemán. Un año más tarde nació Jean-Marie. Incapaz de soportar las burlas de su entorno por haber dado a luz al hijo de un soldado alemán, la madre de Loret dio a su hijo en adopción. 

En 1939, el supuesto hijo secreto del dictador se alistó como combatiente de la Resistencia francesa para luchar contra las fuerzas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Poco antes de morir, a finales de los años 50 del siglo XX, la señora Lobjoie, reveló a su hijo la identidad de su padre biológico. 

Dos décadas después Loret decidió comenzar a buscar pruebas de su parentesco con el Führer, revisando archivos y solicitando la ayuda de especialistas en historia y genética. 

Los expertos creen que hay pruebas suficientemente convincentes como para creer que el francés pudiera estar emparentado con Hitler.  En los archivos de la Wehrmacht, el Ejército alemán, se encontraron documentos que corroboran que Hitler ayudó a la madre de su hijo secreto enviándole dinero después de hacerse con el poder en Alemania. Además, en la casa de la madre de Loret se hallaron cuadros firmados por el propio dictador. 


El supuesto hijo de Hitler, que no llegó a conocer a su padre, murió en 1985 a los 67 años de edad.

El niño-terrorista contra Mussolini

Un minuto y medio pasó desde que este joven de 15 años disparó al «Duce», el padre del director de cine Pasolini lo identificó y un grupo de fascistas se abalanzó sobre él, asestándole 14 puñaladas y estrangulándole

Zamboni tras se asesinado.
«Nada puede sucederme antes de que mi obra sea terminada», le dijoMussolini al jefe del partido fascista boloñés, haciéndole entrega de la banda de San Mauricio agujereada por la bala que a punto estuvo de costarle la vida, el 31 de octubre de 1926. Era el cuarto atentado que sufría el «Duce», el tercero de ese mismo año, con la diferencia de que este no fue perpetrado por un enemigo feroz o un miembro de la oposición, sino por un chaval de 15 años que, con el paso de los años, acabó convirtiéndose en un símbolo de la lucha antifascista italiana. Su nombre: Anteo Zamboni.

El «Duce» había acudido a Bolonia para inaugurar el nuevo estadio «il Littoriale» en el contexto de la conmemoración de la marcha sobre Roma. Tras el solemne acto, que llevaba semanas preparándose, Mussolini se subió a su coche oficial descapotable y se dirigió, «entre ovaciones delirantes», a la estación.Aunque tradicionalmente se consideró a Zamboni como un anarquista prematuro y convencido, lo cierto es que este hecho jamás fue probado, ni esclarecidas las motivaciones que le llevaron a intentar asesinar a Mussolini, que ya se había convertido en uno de los hombres más poderosos de Italia, como líder del Partido Nacional Fascistay presidente del Consejo de Ministros con plenos poderes en los ámbitos económico y administrativo.

Fue ese instante el que aprovechó Zamboni, mezclado entre las masas. «El criminal logró colocarse en primera fila entre la muchedumbre, y al pasar el vehículo presidencial se adelantó e hizo fuego con una pistola que disimulaba en su bolsillo», contaba el diario católico «El Siglo Futuro», que relató cómo el «Duce» había salvado la vida casi por milagro: «El disparo partió la banda de San Marino y un pedazo de uniforme a la altura del pecho, atravesando luego la manga del chaqué al alcalde de Bolonia».

Apuñalado y estrangulado

A Zamboni no le dio tiempo a hacer un disparo más, pues inmediatamente después una horda de fascistas indignados se echó encima para lincharle. Cuando se retiraron, su cuerpo presentaba nada menos que 14 puñaladas, un balazo y signos de estrangulamiento.

La prensa del mundo entero pronto se hizo eco de que aquel chico que pudo haber cambiado la historia, y al que le dedicaron después una calle en Bolonia, era «un niño de quince años de familia honrada». «Fue identificado por su propio padre que, preocupado por la ausencia de su hijo, salió a buscarlo por la ciudad y, no encontrándolo, se dirigió al retén de Policía, donde le fue presentado el cadáver», contaba el diario «El Sol».Curiosamente, el hombre que lo identificó como autor del disparo en los primeros instantes de confusión y lo detuvo después fue el oficial de caballería Carlo Alberto Pasolini, padre del mítico director de cine Pier Paolo Pasolini.

Un joven «tímido»

Mussolini después del atentado de abril
de 1926.
El entorno de Zamboni, sus motivaciones o las implicaciones de su familia hicieron las delicias de los periodistas durante días: «El joven parecía un muchacho en extremo tímido y de una cultura inferior a la media. Tenía, sin embargo, un temperamento extraño, pero en ninguna ocasión había manifestado sentimientos hostiles al fascismo», aseguraba «ABC» el 3 de septiembre de 1926.

Cuatro días después, rectificaba: «La Policía ha encontrado un cuaderno que perteneció a Zamboni, en el cual el autor del atentado contra Mussolini había escrito varios párrafos de obras de marcada tendencia revolucionaria y notas de una carta dirigida a un amigo suyo anunciándole su proyecto de “hacer justicia”».

Posteriormente aparecieron nuevas versiones sobre el suceso. Se dijo que Zamboni no era el autor o que los vínculos entre la familia de chico y el político fascista Leandro Arpinati fueron el móvil.

Zamboni no pudo aclararlo, no le dieron tiempo. Sus padres tampoco, pero, acusados de «anarquistas militantes», fueron condenados a 30 años de prisión por instigadores.

La búsqueda de Hitler del Santo Grial en España


La Ahnenerbe, sección ocultista de las SS nazis, siguió el rastro en nuestro país del Arca de la Alianza y el Cáliz de Cristo, «armas» que harían invencible al Tercer Reich


Himmler en el Museo Arqueológico NAcioanl.
Las investigaciones que llevó a cabo la Ahnenerbe recuerdan al guión de alguna de las películas protagonizadas por Indiana Jones. La «secta» paracientífica creada por Heinrich Himmler recorrió el mundo en busca del origen del pueblo ario, de pruebas de su superioridad racial y de «objetos de poder» que le permitiesen dominar el planeta. La organización ocultista también estuvo en España. Los nazis creyeron que en nuestro país podrían encontrar alguna pista de esos preciados tesoros que los iban a hacer invencibles.

La Deutsches Ahnenerbe, o «Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana», fue una organización integrada en las SS como sección antropológica y arqueológica que investigó losorígenes misteriosos de la «raza aria». Liderada por el «reichführer» Heinrich Himmler, y dirigida por el coronel Wolfram von Sievers, convirtió el castillo de Wewelsburg, en Westfalia, en su cuartel general y destino de las reliquias que recogía por todo el mundo.

La Lanza y la Piedra

Según cuenta Janire Rámila en La Ahnenerbe y la búsqueda de reliquias, la sección esotérica de las SS quiso robar de la abadía de Westminster la Piedra de Scone sobre la que se coronan los reyes de Inglaterra y que, creían los nazis, fue sobre la que Jacob se recostó antes de soñar con la escalera que llevaba a Dios. Pero el Tercer Reich no consiguió hacerse con esa «poderosa arma».

La Ahnenerbe tuvo también entre sus objetivos la Lanza del Destino, con la que el centurión romano Cayo Casio Longinos hirió en el costado a Cristo. Existían cuatro lanzas, pero los nazis creían que la que se encontraba en el Museo Hofburg de Viena era la auténtica. Cuando el Tercer Reich se anexionó Austria, la pieza pasó a manos de Adolf Hitler. Se suponía que otorgaba la victoria por siempre a su poseedor, y la derrota y muerte a quien la perdiera. Horas antes de que el «führer» se suicidase en su búnker berlinés, soldados estadounidenses habían logrado hacerse con la Lanza de Longinos o del Destino. Sobre la autenticidad de la pieza que robó Hitler no hay duda. Los análisis efectuados en 2003 revelaron quela hoja de la lanza es de los siglos VII u VIII.
Himmler contra el padre Ripol

De entre todos los «objetos de poder» que buscó la Ahnenerbe, la pieza más codiciada por la sección ocultista de las SS era el Santo Grial, que utilizó Jesús en la última Cena y que recogió su sangre cuando moría crucificado. Se supone que José de Arimatea lo llevó a Europa, y que los cátaros fueron los últimos en guardarlo en el Languedoc francés. Allí, en las ruinas de Montsegur, lo buscó infructuosamente uno de los miembros más destacados de la Ahnenerbe, el ocultista Otto Rahn. Tras el fracaso de este gurú del esoterismo nazi, Himmler visitó el monasterio de Montserrat y preguntó por el Cáliz. Como señala Rámila, el«reichführer» quiso visitar los pasadizos subterráneos de la montaña, muy cercana a Montsegur, pero el padre Ripol, que hacía de anfitrión, rechazó la solicitud.

Miguel G. Aracil cuenta en Himmler en Montserrat: en busca del Grialque el líder de las SS exigió ver todos los documentos del monasterio que estuviesen relacionados con el Cáliz. Ante la negativa del padre Ripol, Himmler gritó: «¡Todo el mundo en Alemania sabe que el Grial está en Montserrat!».

Aracil cuenta también que el «reichführer» se negó a besar la imagen de la Virgen negra de Montserrat, la Moreneta, y demostró su ignorancia cuando «mientras visitaba el museo del monasterio, al ver unos restos de un hombre íbero de grandes dimensiones, aventuró que se trataba sin duda de un guerrero nórdico. Cuando el padre Ripol le explicó que era un íbero, no un nórdico, el nazi aseguró enojado que los íberos eran oriundos del norte de Europa».

Nazis en Toledo

Según cuenta Janire Rámila en Operación Trompetas de Jericó, otro de los tesoros que ambicionó la Ahnenerbe fue el Arca de la Alianza. Su búsqueda llevó a la sección arqueológica de las SS hasta España. Según las Sagradas Escrituras, Dios ordenó a Moisés construir un arcacomo símbolo de la Alianza entre Él y el pueblo de Israel. Los judíos la construyeron y guardaron en su interior las Tablas con los Diez Mandamientos, la vara de Aarón y maná en un jarrón dorado. Se trataba de un arma poderosa, pues tocarla provocaba la muerte, y poseerla otorgaba la victoria. Con ella, 40.000 hebreos marcharon durante siete días alrededor de la ciudad de Jericó, el séptimo día los sacerdotes tocaron sus trompetas y la muralla de la ciudad se derrumbó.

Pero a los nazis de la Ahnenerbe se les presentaría un problema en caso de encontrar el Arca. Según la tradición hebrea, sólo un gran rabino judío podría abrirla sin morir, porque para ello era necesario conocer el verdadero nombre de Dios. Únicamente mediante la cabalística, o ciencia que persigue la comprensión de lo divino a través de los números y las letras, podrían los nazis conocer el nombre de Dios y abrir el Arca. La Ahnenerbe buscó un cabalista judío, y lo encontró en Auschwitz. El cabalista, que no quería volver al campo de exterminio, se calló el hecho de que según la tradición, tras la muerte de Jesús en la cruz y el posterior desgarro del velo del Templo de Jerusalén, el pacto entre Dios e Israel se rompió, y el Arca perdió su poder.

Rámila asegura que el cabalista dirigió a la Ahnenerbe hasta la comunidad judía de Toledo. Allí los nazis debieron encontrar alguna pista del Arca, porque poco después el almirante Wilhelm Canaris, máximo responsable del espionaje de la Wehrmacht, decidió dirigirse al madrileño Museo Arqueológico Nacional, donde creía que podría encontrar el Arca entre una colección de piezas del Antiguo Egipto supuestamente recopiladas por una logia masónica. Sin duda los nazis no lograron hacerse con este potente «arma», porque perdieron la guerra.

Las expediciones al Tíbet y Sudamérica

Algunas teorías de los racistas nazis sostenían que el Tíbet pudo ser la cuna del pueblo ario. Según cuenta Heather Pringle en El plan maestro: arqueología fantástica al servicio del régimen nazi, «los investigadores raciales afirmaban que los ancestros de Alemania conquistaron Asia en el pasado remoto, dando lugar a una poderosa clase dominante de cabellos rubios».

Los nazis de Ahnenerbe también se interesaron por Sudamérica. Heather Pringle cuenta en su obra que el ocultista «Edmund Kiss creía que la antigua capital andina deTiwanaku era creación de unos colonos nórdicos que habían llegado a Bolivia por mar hacía más de un millón de años [...] Convenció a Himmler de que le enviara en una expedición de veinte hombres a Bolivia, un plan que sólo se vería frustrado por el inicio de la guerra». Según Rámila, un comando de la sección esotérica de las SS, al mando de Karl-Maria Wiligut, viajó a Sudamérica a fin de hacerse con distintos «objetos de poder», como el Martillo de Wotan o las misteriosas calaveras de cristal precolombinas.La sección arqueológica de las SS envió una expedición al Tíbet dirigida por el biólogo Ernst Schäfer. Según Pringle, el investigador racialBruno Beger, encargado de la parte más esotérica de la misión, midió los cráneos de 376 personas y sacó moldes de las cabezas y rostros de 17. El equipo de Schäfer llevó también a Alemania numerosos volúmenes detextos sagrados tibetanos. La Orden Negra, organización paralela a la sección ocultista de las SS, estaba interesada en los rituales de los lamas para contactar con los «seres superiores».


Crímenes contra la Humanidad

Escudo de la Ahnenerbe
José Gregorio González recoge en Arqueología «fantástica» estas palabras de Bruno Beger, miembro del equipo que la Ahnenerbe envió al Tíbet: «Soy de la opinión de que el completoexterminio de los judíos en Europa, y fuera de ella, en todo el mundo si es posible, no supondrá que los elementos espirituales del judaísmo, con los que nos encontramos a cada paso, sean plenamente erradicados. De este hecho se deriva el importante papel de la investigación de las almas raciales».

Ahnenerbe no fue sólo una organización elitista de «arqueólogos» y «antropólogos» al servicio del ocultismo nazi. También surtió de seres humanos a la experimentación médica del Tercer Reich. En la entrevista que hizo González a Heather Pringle, la investigadora habla sobre las atrocidades médicas patrocinadas por la sección de las SS: «August Hirt y Bruno Beger seleccionaron prisioneros judíos para la “colección de esqueletos”. Hirt también los expuso a gas mostaza». La Ahnenerbe inoculó la vacuna del tifus a personas sanas, y también experimentó con gas fosgeno.

Tras el «Proceso de los doctores» de los juicios de Nuremberg, Wolfram von Sievers, director de la Ahnenerbe, fue el único miembro de la sección ocultista de las SS condenado a muerte y ajusticiado por su participación en el suministro de seres humanos a los experimentos médicos que se realizaron en los campos de concentración del Tercer Reich. Los intentos de los nazis por descubrir la esencia aria viajando por todo el mundo y experimentando con seres humanos no dieron fruto alguno. Tampoco pudieron determinar qué era la «raza judía». Pringle afirma que «los investigadores alemanes fueron incapaces de definir científicamente a la raza judía, que no era más que un constructor ficticio. Un estudio revelaba que el 11 por ciento de los niños judíos eran rubios y de ojos azules».

domingo, 27 de mayo de 2012

El último nazi holandés

El criminal de guerra nazi de origen holandés Klaas Carel Faber, décimo en la lista de criminales más buscados del Centro Simon Wiesenthal, ha muerto a los 90 años en Ingolstadt, en el sur de Alemania, según fuentes médicas. Su muerte se produjo el jueves.

Klaas Faber -que colaboró con los nazis en la ocupación de Holanda durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1940 y 1945- era el último criminal de guerra holandés de la Segunda Guerra Mundial que todavía estaba libre, según la radio holandesa RNW.

El nonagenario era reclamado por la Justicia holandesa desde hace años. Antiguo miembro del comando de las SS Silbertanne, fue condenado a muerte en su país en 1947, por haber matado a 22 judíos.

Su pena fue finalmente conmutada por cadena perpetua. En 1952, Faber y otros seis criminales convictos escaparon de la cárcel de Breda a Alemania.

En 1957 se celebró un segundo proceso, pero fue sobreseído y Faber vivía en la pequeña localidad bávara de Ingolstadt.

En 2004, los Países Bajos intentaron conseguir que Faber purgase en Alemania la condena dictada por la justicia holandesa, pero esta demanda fue rechazada por un tribunal alemán por el sobreseimiento de 1957.

En noviembre de 2010, La Haya volvió a la carga, emitiendo una eurorden de arresto contra Faber. La Justicia alemana rechazó de nuevo la extradición porque Alemania no extradita a sus ciudadanos, y el nonagenario había conseguido la nacionalidad alemana al servir en las SS, según una ley emitida por el régimen nazi.

No obstante, la legislación contempla que un país europeo que niega una extradición ejecute la condena por la cual se ha emitido dicha orden. A comienzos de este año, se había iniciado un procedimiento en este sentido.

sábado, 26 de mayo de 2012

La invasión nazi de América

Mapas publicados en 1942 plantean la invasión nazi de América


Estos esquemas publicados el 2 de marzo de 1942 en la revista Life, hablan sobre un ficticio proyecto nazi que nunca llegó a hacerse realidad, de invadir América y más concretamente Estados Unidos poco después del ataque a Pearl Harbor. En ellos se puede observar batallas pertenecientes a una realidad alternativa, como el bombardeo de Detroit y la invasión de Norfolk y Virginia.

Estos mapas fueron creados como ilustraciones para un artículo acerca de una hipotética derrota estadounidense en la Segunda Guerra Mundial creado por el pionero escritor de ciencia ficción Philip Wylie, que también es el autor de la novela 'Gladiator' (1930), sobre un proto-super héroe. Estos mapas fueron publicados en los primeros días de la participación de EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial, por lo que existía la sensación de que esta invasión era una posibilidad real.

La revista Life publicó una llamada de atención a sus lectores. El Articulo tenía como titulo 'Ahora los EE. UU. deben combatir por su vida'.

Perder parecía algo que realmente podía suceder en América antes de la guerra. En la guerra en Europa, que había comenzado en 1939, para el año 1942 el Eje fascista contaba sus actuaciones por victorias, aunque aún estaban por llegar los acontecimientos en el Pacífico. En marzo del 42, los estadounidenses tenían Bataán, MacArthur dejó las Filipinas y tuvo lugar la masacre de Manila, el asedio de Leningrado, Corregidor, Mar de Java, el abandono de Singapur por parte de los británicos, Malasia, y mucho más. Las potencias del Eje en Europa controlaban Austria, Checoslovaquia, Polonia, Dinamarca, Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo, Francia, Noruega, Yugoslavia, Finlandia, Grecia, Lituania, Letonia, Estonia y partes de la Unión Soviética (Ucrania, Bielorrusia, Crimea), partes del norte de África, además de tener como aliados a Hungría, Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia. También Italia, por supuesto, controlaba Sicilia, Etiopía y Libia. Y los japoneses invadieron una gran parte de China, el Sudeste Asiático e Indonesia. La situación general no parecía muy favorable.

Los siguientes mapas relatan cómo las potencias del Eje podrían combinar sus esfuerzos, centranse en América, y apoderarse de EE.UU. Los mapas de este tipo con flechas fueron difundidos por todo Estados Unidos y eran muy frecuentes durante esta época.



El Plan Dos se centra en un ataque frontal a la costa oeste a través de Pearl Harbor. Sería un camino muy duro. Los japoneses, con el apoyo de aviones de transporte, aterrizan primero en las islas exteriores de Hawai, establecen las bases aéreas y se acercan a Oahu. Los más difícil habría sido el salto del océano, sólo bajo la protección de la aviación naval hasta San Francisco.


El Plan Tres se centra en una travesía por el Pacífico del sur de Japón. La Flota japonesa, reforzada por los alemanes, presumiblemente tiene superioridad naval sobre la flota de EE. UU. Probablemente el primer ataque sería un bombardeo sorpresa del Canal de Panamá, inmediatamente seguido por el aterrizaje en Ecuador.

El Plan Cuatro es el más discutido de la invasión a través de Gibraltar-Dakar-Natal-Trinidad, sobre el cual ha tratado la política de defensa del presidente Roosevelt, llamada 'Buen Vecino'. Se trata del ataque a las bases por parte de una combinación de las marinas de guerra japonesa, alemana, italiana y de Vichi (nombre que usaban para el régimen francés colaboracionista desde julio de 1940 tras la invasión alemana), después de capturar Gibraltar y Suez, deberían enfrentarse a las flotas aliadas en varias partes del mundo. La invasión se iniciaría por el valle del Mississippi.


El Plan Cinco parece muy complicado porque supone cruzar el Atlántico por otra parte. Combinando armadas del Eje, se invadirían islas del Atlántico y luego se haría el trayecto de las Azores a las Bermudas y a Norfolk. Su mayor dolor de cabeza es la superioridad de EE. UU. en concepto de portaaviones y transportes marítimos. 25 buques nazis podían transportar a hasta cuatro divisiones.


El Plan Seis es la invasión clásica de San Lorenzo y Valle del Hudson. Los Alemanes fácilmente podían bombardear Chicago, Detroit, Akron y marchar a sangre y fuego a través del Medio Oeste. Para todo ello, sería un verdadero golpe de buena fortuna poder evitar a la flota británica por el camino.

Páginas 20-21


Las derrotas de Pearl Harbor y Singapur contra Japón se produjeron por filtraciones del entorno de Churchill


Personas del llamado derredor de Winston Churchill filtraron información confidencial a Japón que le ayudó a salir triunfante en el ataque a la base naval estadounidense de Pearl Harbor y a atacar a Singapur en 1941, revelan algunos documentos desclasificados por los servicios secretos británicos.

Según los documentos que recoge un documental de BBC, la contribución a la derrota de la Armada estadounidense en su base y la captura como prisioneros de 80.000 soldados británicos en la batalla de Singapur fue una 'contribución', en gran medida, de personas de alto nivel del Reino Unido, entre ellos un miembro de la Cámara de los Lores.

Un total de 2.400 muertos, 13 buques de guerra y 188 aeronaves perdidas, tal fue el costo que pagó Estados Unidos por entrar en la Segunda Guerra Mundial tras un ataque sorpresa japonés, lanzado el 7 de diciembre de 1941. Tan solo los portaaviones estadounidenses Lexington, Saratoga y Enterprise, que no se encontraban en la base en el momento del ataque, pudieron escapar del desastroso ataque, para después desempeñar un papel fundamental en la derrota de la Fuerza Naval japonesa.

Unos 80.000 soldados del imperio británico, la mitad de ellos indios, se convirtieron en prisioneros de Japón tras la caída de la fortaleza británica de Singapur a manos de las tropas niponas en 1942, tildada por el propio Churchill como uno de los peores desastres en la historia militar del reino.

Moscú, la ciudad que Hitler no conquistó

El 2 de octubre de 1941, el líder de la Alemania nazi, Adolf Hitler, dijo al intervenir ante las tropas de la Wehrmacht: "Durante los últimos tres meses y medio, logramos sentar premisas para derrotar al enemigo mediante una amplia ofensiva antes del invierno. Todos los preparativos se han concluido. Hoy se inicia la última batalla decisiva de este año...”

Entonces, los alemanes lanzaron la ofensiva contra Moscú, la denominada Operación Tifón.

Moscú, Ciudad Héroe

En 1945, Leningrado (hoy, San Petersburgo), Odessa y Sebastopol (Ucrania), Stalingrado (hoy, Volgogrado, a orillas del Volga) recibieron el título honorífico de Ciudades Héroe.

Moscú no fue incluida en esta lista hasta pasados 20 años, el 8 de mayo de1965, después de que tres mariscales soviéticos, Kónev, Sokolovski y Rokossovski, enviaran al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) una solicitud de otorgar a Moscú el título de Ciudad Héroe.

El 12 de septiembre de 1941, Iván Kónev
fue nombrado Comandante del Frente Occidental
"Esta solicitud fue necesaria para que la capital soviética recibiera el título”, dijo Natalia Kóneva, hija del Mariscal de la URSS, Iván Kónev y presidenta de la Fundación En Honor de los Adalides de la Victoria. “Se dejaron a un lado los títulos, especialmente en el período de posguerra. Se sabe que en septiembre y octubre de 1941, los alemanes estaban muy cerca de Moscú e incluso podían literalmente observar el Kremlin con prismáticos”, agregó.

El 12 de septiembre de 1941, Iván Kónev fue nombrado Comandante del Frente Occidental, que defendía la capital soviética durante la batalla de Moscú. Kónev consideraba que esta batalla era la más importante en su vida.

En julio de 1941, el cuerpo de ex líder soviético, Lenin, fue trasladado secretamente desde el mausoleo de la Plaza Roja a un lugar seguro en Tiumén, Siberia. En octubre, se cerró el metro y las estrellas del Kremlin fueron cubiertas con fundas de tela espesa. Moscú se preparaba para los ataques aéreos masivos de la aviación alemana. Comenzó la evacuación de la población.

El Comité de Defensa de la URSS tomó la decisión de evacuar urgentemente de Moscú a otras ciudades de la URSS a instituciones, academias militares, fábricas, embajadas etc.
En la capital de la URSS olía a papel quemado. Se echaban al fuego los documentos que era imposible evacuar de Moscú.


La evacuación masiva de Moscú

El 12 de septiembre de 1941, Iván Kónev fue nombrado Comandante del Frente Occidental. "El pánico empezó a cundir en Moscú. Mi padre solía hablar poco de esto porque le daba pena”, cuenta Natalia Kóneva. “El 17 de octubre de 1941, empezó la fuga masiva de la capital”, agrega.

En aquella época el moscovita Vladimir Litvakov tenía 17 años. Junto con sus amigos, Litvakov extinguía bombas incendiarias, cavaba trincheras e intentaba reclutarse en el Ejército. Según Litvakov, su familia no iba a irse, mientras que la fuga masiva de los moscovitas del 17 de octubre fue provocada por los alemanes que varios días antes de esto habían lanzado octavillas sobre Moscú advirtiéndoles a los moscovitas que ese día las tropas de la Wehrmacht ocuparían la capital soviética. “El 17 de octubre, estuve sentado en el techo de mi casa y vi los coches, los carros de caballos con los bártulos encima, personas con mochilas, paquetes y maletas precipitarse hacia la carretera Entuziastov, en dirección de la ciudad de Gorki, actual Nizhni Novgorod”, cuenta Litvakov.

Los rumores de que el propio líder soviético, Iósif Stalin, había abandonado Moscú aumentaban el pánico aún más. “Pero Stalin renunció a esta decisión en el último momento. Según se sabe, iba y venía por el andén dispuesto a irse, pero se quedó y esto fue muy importante para los que vivían en la capital y los que la defendían. Fue importante lo que Stalin estuviese en el Kremlin, trabajando”, dice Natalia Kóneva.

El 10 de octubre de 1941, Georgui Zhúkov fue nombrado Comandante del Frente Occidental

La noche del 4 a 5 de octubre de 1941, el Comité de Defensa de la URSS tomó la decisión de considerar la línea de defensa de Mozhaisk (una de las tres líneas de defensa de Moscú) como la más importante y concentrar allí las principales fuerzas del Ejército Rojo.

Georgui Zhukov
El 7 de octubre, el general Zhúkov viene de Leningrado a Moscú por la orden de Stalin y desde el aeropuerto se dirige a reunirse con el Comandante Supremo de la URSS.

El 10 de octubre, Georgui Zhúkov asume el mando del Frente Occidental e Iván Kónev es nombrado el primer Comandante adjunto. El Gran Cuartel General decide formar en las proximidades de la capital una línea de defensa adicional, el área de Moscú. “Mi padre no podía dormir”, recuerda la hija del mariscal Zhúkov, Era Zhúkova: “Y aunque le dijo a Stalin que no cabía duda que defenderían Moscú, en realidad no podía estar tan seguro”, agrega.

Las autolesiones

Los Comandantes que defendían Moscú tenían muchas dudas. No en vano el estado mayor del 16º Ejército, que formaba parte del Frente Occidental, presentó al Gran Cuartel General el plan de defensa de la capital, que abarcaba dos variantes del desarrollo de acontecimientos.

La primera preveía reforzar la defensa y la segunda, replegar las tropas hacia una nueva línea de defensa. El Comandante del 16º Ejército que combatía en la zona de Volokolamsk (ciudad a unos 36 km al suroeste de Moscú) fue Konstantín Rokossovski.

“La primera parte del plan fue aprobada y la segunda no. Zhúkov escribió a su bisabuelo que él mismo prohibía cualquier retirada a las tropas bajo su mando”, cuenta la periodista Ariadna Rokossovskaya, biznieta del mariscal de la URSS, Konstantín Rokossovski.

Durante la batalla de Moscú, Rokossovski fue testigo de una forma especial de deserción que describió posteriormente en sus memorias. Pero la censura no permitió publicar estos recuerdos del mariscal por consideraciones ideológicas.

"Los soldados se pegaban un tiro en el brazo izquierdo, en un dedo o dos, para que les dieran de baja. Mi bisabuelo escribe que esto sucedía con frecuencia y al fin y al cabo se decidió juzgar a tales personas”, cuenta Ariadna Rokossovskaya.

Al inicio de la guerra, los soldados pudieron herir uno al otro por acuerdo mutuo. “Leo los fragmentos cuya publicación fue prohibida y entiendo que la URSS consiguió la victoria en la batalla de Moscú por mera casualidad”, dice Ariadna Rokossovskaya.

“Por ejemplo, mi bisabuelo periódicamente recibía a nuevos efectivos, armamento y material bélico. A mediados de octubre de 1941, llegaron soldados de caballería provenientes de Asia Central. Resultó que los caballos no iban herrados con herraduras adaptadas para el invierno. Los pobres animales se deslizaban y se fracturaban las piernas”, agrega.

Se cometieron muchos errores más o menos graves durante la batalla de Moscú. Los soldados soviéticos se retiraron, cayeron en cercos. Hubo confusión entre los altos cargos militares. En reiteradas ocasiones parecía que la catástrofe era inevitable y el frente está a punto de ceder.

“Pero se logró mantener la línea de defensa. Y Dígase lo que se diga de las dificultades y problemas que fueron inevitables durante los días de la defensa de Moscú, pero en primer lugar hay que recordar que el frente no cedió. Así lo decía mi padre. Moscú aguantó y los alemanes no la ocuparon”, dijo Natalia Kóneva, hija del mariscal de la URSS Iván Kónev.

"Nos decían constantemente que Moscú cayó"

Hitler planeaba entrar victorioso en la capital de la URSS el 7 de noviembre de 1941. Los altos mandos alemanes se preparaban para celebrar el desfile militar en la Plaza Roja. Para este evento se fabricaron grandes cantidades de cruces de oro y de plata y otras condecoraciones para los oficiales de la Wehrmacht.

El 7 de noviembre, sí que se celebró el desfile. Pero por la Plaza Roja desfilaron los soldados soviéticos en homenaje al 24º aniversario de la Revolución Bolchevique. Además, este evento mejoró el estado de ánimo de los que inmediatamente tras el desfile se dirigieron a la línea de frente, que estaba a una distancia de varios kilómetros del centro de la ciudad.

Dos días antes del desfile los alemanes expulsaron a todos los habitantes de la aldea Golovkovo ocupada por ellos. “En este poblado ubicado en el distrito de Naro-Fominsk vivían unas 250 personas. En aquella época, María Kubrakova tenía 16 años.

Recuerda muy bien cómo les llevaron hasta la ciudad de Bórovsk (en la provincia de Kaluga) y encerraron en una iglesia. En esta iglesia vivieron durante casi tres meses, hasta que el Ejército Rojo liberó su aldea natal. "Nos alimentamos muy mal. Era imposible llevar mucho consigo. Ni siquiera nos dieron el agua y salíamos a la calles al menos para tomar la nieve”, recuerda una habitante de la aldea Golovkovo, María Kubrakova. “Limpiábamos los caminos para los alemanes. La gente se debilitaba y muchos murieron”.

Pero, según Kubrakova, lo más grave en aquellos días fue la falta de información sobre los acontecimientos en el frente, sobre el Ejército Rojo y sobre Moscú. "Nos decían constantemente que Moscú cayó. Posteriormente, cada 7 de noviembre, observé el desfile militar en la Plaza Roja”, dijo Kubrakova. “Y siempre recordaba que en noviembre de 1941, no cesaron de afirmar que Moscú cayó, y no era verdad”, agregó.

jueves, 10 de mayo de 2012

El hijo de Stalin murió fusilado


Yákov Dzhugashvili, el hijo de Iósif Stalin, fue abatido a tiros por un guardia en el campo de concentración nazi de Sachsenhausen, en Alemania, según los documentos de unos archivos secretos revelados por historiadores rusos.

Yákov Dzhugashvili, hijo mayor de Stalin y su primera esposa Ekaterina Svanidze y teniente superior de artillería del Ejército Rojo, fue capturado durante los combates del inicio de la guerra, el 16 de julio de 1941, en la región de la aldea de Liasnovo, en Bielorrusia, según reveló Mijaíl Zúev, científico historiador del Instituto de Historia Bélica y uno de los autores de 'La Gran Guerra Patria de 1941-1945', una obra de 12 tomos que es la descripción más detallada de la historia del acontecimiento más trágico y sangriento del siglo XX y de toda la historia de la humanidad.

Al caer prisionero, Yákov se encontraba en el campo de concentración de Hammelburg, ubicado en Baviera del Sur, de donde en marzo de 1943 fue trasladado al campo nazi de Sachsenhausen, donde estaba bajo vigilancia en la zona especial 'A', relató este martes el historiador ruso a la agencia RIA Novosti. Según unos testigos, en el cautiverio alemán el oficial soviético se comportó con gran hombría y dignidad.

Sachsenhausen fue uno de los principales campos de exterminio de Wehrmacht, ubicado en los alrededores de Berlín, donde durante la Segunda Guerra Mundial los fascistas mataron a más de 100.000 prisioneros de guerra.

Según palabras de Zúev y como se deduce de los documentos, Yákov en el campo de Sachsenhausen no se comunicaba con nadie e incluso menospreciaba a los soldados y oficiales alemanes.

A finales de 1943, durante un paseo cerca de la barraca, Yákov se negó a cumplir la orden de un soldado de guardia de pasar a la barraca y se dirigió a través del sendero neutral al alambre.

"Después del grito del centinela, Yákov empezó a blasfemar, rotó el cuello de su guerrera y gritó al centinela: '¡Dispara!'. El centinela disparó contra su cabeza y le mató", relató el historiador.

"La Segunda Guerra Mundial ha terminado" y por ello, usted está despedido


Ed Kennedy tras asistir a la batalla de Anzio (Italia)

“Reims, Francia. 7 de mayo de 1945. Alemania se ha rendido incondicionalmente al Ejército Aliado y a la Unión Soviética esta madrugada a las 2.41, hora de Francia. La rendición tuvo lugar en una pequeña escuela que sirve de cuartel general al general Dwight D. Eisenhower”. Así comenzaba la crónica en la que Edward Kennedy, el corresponsal de guerra de Associated Press (AP), narraba en primicia el fin de la II Guerra Mundial. La exclusiva que cualquier medio de comunicación hubiera soñado publicar le costó a su autor el puesto de trabajo. La agencia de noticias despidió a Kennedy por haber desvelado una información que el Ejército había embargado. Sesenta y siete años después, el presidente y consejero delegado de AP, Tom Curley, ha perdido perdón por esa decisión.

Lamentablemente, la reivindicación pública de la labor de Kennedy llega muy tarde. El periodista falleció en 1963 con 58 años en un accidente de tráfico. Su única hija, Julie Kennedy, sin embargo, acepta el perdón. “En el prólogo Curley se disculpaba, pero no me esperaba que lo hiciera de manera pública. Estoy contentísima”, indica en conversación telefónica desde su casa en Bend (Oregón), aunque reconoce que “hubiera sido maravilloso” de haberse producido en vida de su padre, quien siempre esperó a que su antigua empresa reconociera que su despido fue un error.Las disculpas coinciden con la publicación este miércoles en EE UU del libro de memorias de Kennedy, Ed Kennedy's War: V-E Day, Censorship & The Associated Press (La Guerra de Ed Kennedy: El Día de la Victorya, la censura & Associated Press, en su traducción al español), en cuyo prólogo ha participado el propio Curley. “Fue un día terrible para AP. El asunto se gestionó de la peor manera posible”, dijo en declaraciones a su propia agencia. “Él lo hizo todo bien”.

Kennedy fue uno de los 17 reporteros elegidos para asistir a la firma de la rendición el 7 de mayo en Reims. En su vuelo de vuelta a París el Ejército les hizo prometer a todos que no revelarían nada hasta que el anuncio se hiciera oficial por parte de los dirigentes de las potencias implicadas en el conflicto. Los Aliados habían acordado, a petición de la URSS, hacer una ceremonia oficial en Berlín el 8 de mayo

Desde su hotel telefoneó a la delegación en Londres. “Soy Ed Kennedy desde París. La guerra ha terminado. Voy a empezar a dictar”. Solo pudo transmitir 200 palabras, suficientes para que a las 9.36 (hora de Estados Unidos, mediodía de Francia) se divulgaran alrededor del mundo, provocando la lógica euforia colectiva ante tal acontecimiento. Sin embargo, en Washington no se compartía la misma alegría. El Ejército de EE UU acusó a Kennedy de haber violado el embargo militar y de haber faltado al juramento que hizo en el avión, lo expulsó de Europa y prohibió a AP la cobertura de cualquier información de guerra durante 50 días. El reportero siempre defendió que ese embargo no era militar sino exclusivamente político, una impresión con la que ahora coinciden los mismos que le despidieron.Mientras la información permanecía embargada, en Europa muchos seguían luchando y muriendo ignorando que la guerra, de facto, ya había acabado. En su habitación delHotel Scribe de París, Kennedy sintonizó una emisora alemana donde escuchó cómo se informaba del armisticio. El periodista de AP, convencido de que el embargo no se debía a causas militares sino políticas, se dirigió a la Oficina de Censura para advertirles de que él iba a lanzar la noticia. “Durante cinco años habéis justificado que la única razón de la censura era salvar vidas. La guerra ha terminado. Yo mismo he asistido a la rendición ¿Por qué no debe saberse?” les dijo a los responsables.

En 1945, sin embargo, muchos de sus colegas consideraron la acción de Kennedy una traición antes que una reivindicación del derecho a la información y la libertad de prensa. The New York Times publicó un editorial en el que lo acusaba de “haber hecho un flaco favor a la profesión” y censuraba a AP por haberse vanagloriado, en un principio, de la exclusiva. “Si fue una primicia fue solo porque el resto de los 16 colegas del señor Kennedy decidieron mantener sus compromisos”.“Kennedy se comportó como un héroe, desafió la censura y las presiones del Gobierno porque su compromiso estaba con la verdad. Su decisión es la encarnación de las máximas ambiciones a las que debe aspirar un periodismo de calidad”, explica en conversación telefónica el profesor John Maxwell Hamilton, rector de la Universidad Estatal de Luisiana y coautor, con Curley, del prólogo del libro del reportero.

Hubo otros compañeros de profesión que defendieron el trabajo de Kennedy y le ofrecieron trabajo. En 1946, comenzó a trabajar como editor jefe de The Santa Barbara News-Press y tres años más tarde, fue contratado como editor asociado de The Monterey Peninsula Herald. El reportero siempre reivindicó su decisión, lo hizo en 1948 en su artículoLo volvería a hacer, publicado en The Athlantic Monthly, y en sus memorias, que nadie quiso publicar mientras vivió.

Su hija lo ha hecho ahora. “Cuando mi padre falleció yo tenía 16 años y no tenía ni idea de lo que le había sucedido”, explica Julie. “Él nunca me contó nada de su vida como reportero, creo que pensaba que no estaba preparada para entender lo que supuso la II Guerra Mundial”. Hasta que no se ha jubilado, la única descendiente del reportero no ha encontrado tiempo suficiente para ordenar los escritos que dejó su padre en los que, advierte Julie, no solo se relata lo sucedido alrededor de la exclusiva del final de la guerra, sino la dilatada experiencia de Kennedy como corresponsal.

El veto del Ejército a Kennedy para cubrir acontecimientos bélicos truncó una carrera como corresponsal de guerra que comenzó en España en 1935, recién contratado por AP, para informar sobre la Guerra Civil. “Fue el único reportero de EE UU presente en la toma de Tobruk [Libia] en junio de 1941, informó de que en las victorias de Rommel en Libia y Egipto [1942] se emplearon obuses disparados desde cohetes contra la población, estuvo en los Balcanes, con las tropas estadounidenses en la Batalla de Anzio [1943], en la retirada de los nazis de Roma [1944]…”, cuenta orgullosa Julie. Aunque terminó sus días en periódicos pequeños, Kennedy, según su hija, nunca se sintió frustrado por ello ni se compadeció a sí mismo. “Se hizo cargo de periódicos mediocres y consiguió que la Asociación de la Prensa de California premiara sus artículos año tras año”. 

jueves, 3 de mayo de 2012

Hallan una postal inédita de Hitler


El destinatario es Karl Lanzhammer, compañero de regimiento del dictador en la Primera Guerra Mundial
Escrita de su puño y letra y enviada el 19 de diciembre de 1916. Se acaba de conocer una postal inédita escrita por el dictador Adolf Hitler a Karl Lanzhammer, compañero de regimiento del genocida en la Primera Guerra Mundial. En aquel momento Hitler tenía 27 años y se encontraba en Munich recuperándose de las heridas sufridas en el frente. Los investigadores de Europeana 1914-1918, una organización que recoge objetos y testimonios de aquel conflicto, cuyo centenario se cumple dentro de dos años, fueron los descubridores de la inédita postal de Hitler.

Tal y como informa la BBC, la Universidad de Oxford ofreció a sus expertos en la época para confirmar la autenticidad de la postal del genocida. Uno de los investigadores de la prestigiosa universidad británica, Stuart Lee, ha afirmado que sintió «un escalofrío» cuando se pudo concluir que la misiva era de Adolf Hitler. «Era difícil creer que en un evento local para recoger historias de gente corriente estuviese viendo un documento desconocido hasta el momento del puño y letra de Hitler; yo estaba tocando algo que Hitler había tocado», ha dicho.

La imagen de la postal muestra la ciudad de Núremberg. La misiva del líder del III Reich a su compañero de batallón dice así: «Estimado Lanzhammer, ahora estoy en Múnich en el Batallón de Reemplazo. Actualmente estoy bajo tratamiento dental. Justamente, me presentaré como voluntario para el campo de batalla inmediatamente. Un cordial saludo, A. Hitler».

El historiador Thomas Webber, de la Universidad de Aberdeen, afirma a la BBC que el ejército había sustituido a la familia en la vida de Adolf Hitler., «cualquier otro soldado habría escrito a su hogar», asegura. Webber identifica al ejército como la «red social» más próxima al dictador. El historiador destaca la importancia del hallazgo, dado que la Alemania nazi puso en marcha una eficaz operación de «limpieza» del pasado de Hitler de la que no se salvaron muchos documentos sobre la vida del personaje. En la postal hay una falta de ortografía. Para la palabra «inmediatamente», Hitler escribió «soffort» en lugar de «sofort».

domingo, 29 de abril de 2012

El suicidio de Hitler

El 30 de abril de 1945 el «fürher» se quitó la vida y dio paso a una operación de los servicios secretos para hallar sus restos

La muerte de Adolf Hitler ha provocado ríos de tinta y múltiples teorías de la conspiración. Todo basado en la ausencia de una fotografía o de restos de su cadáver. Sin embargo, Rusia desveló en 2009 que tenía en su poder la mandíbula y parte del cráneo de Hitler. De esta forma pretendía zanjar los rumores sobre el paradero del dictador y relatos infundados, pero muy extendidos, sobre una posible huida del ‘führer’ a Sudamérica. Y es que la URSS guardó como alto secreto toda información sobre el cadáver de uno de los mayores genocidas de la historia fomentando estos mitos.

A finales de abril de 1945, Berlín estaba a punto de caer en manos soviéticas. Hitler se refugiaba en un búnker de la Cancillería. Desde allí daba las últimas órdenes en una guerra que los nazis habían perdido hacía varios meses, cuando no años. Ante la inminente derrota, varios consejeros propusieron a Hitler que tratara de huir. Sin embargo, el dictador alemán siempre se negó a esa posibilidad. En su cabeza ya rondaba la idea del suicidio. La muerte de Mussolini y el ultraje posterior a su cadáver le alarmaron, espantado con la posibilidad de sufrir la misma suerte. Hitler quería evitar a toda costa convertirse en un trofeo de guerra vivo o muerto.

El 30 de abril fue el día escogido. Hitler se despidió de la cúpula militar y del partido nazi que le acompañaba en el búnker. Tras agradecer el trabajo a sus personal de servicio, se encerró en su habitación junto a su mujer, Eva Braun, con quien se había casado el día anterior. Según contó Heinz Linge, jefe de personal del 'führer', al poco tiempo se escuchó un disparo. Esperaron 15 minutos y después abrieron la puerta. Hitler se había pegado un tiro en la cabeza además de tomar su cápsula de cianuro. El veneno fue suficiente para acabar con la vida de Braun.

Linge siguió las instrucciones precisas del dictador. Junto a otros oficiales recogieron los cadáveres y los echaron en una zanja producida por un obús junto a la entrada del búnker. Allí, con la gasolina recogida de los coches, los restos del matrimonio Hitler fueron quemados. El ‘führer’ estaba muerto, pero como él mismo había previsto, la búsqueda de sus restos no se iban a detener.

Servicios secretos soviéticos

Stalin, nada más conocer la muerte de su enemigo, ordenó al NKVD, -antecedente de la KGB- hallar el cadáver del líder nazi. Los servicios secretos soviéticos, tras realizar una intensa búsqueda en los alrededores de la Cancillería, encontraron los restos el 9 de mayo. Tras ser estudiados en la más absoluta clandestinidad, fueron enterrados en una base militar en la ciudad de Magdeburgo, en la Alemania Oriental controlada desde Moscú.

En 1970 el lugar donde se ocultaban los cuerpos iba a pasar a manos del Gobierno de la República Democrática Alemana. El dirigente del KGB de entonces, Yuri Andrópov, convenció al Politburó comunista de la necesidad de acabar definitivamente con los restos de Hitler y su esposa antes de que fueran descubiertos y convertidos en un lugar de peregrinación. El 4 de abril de ese año un grupo de agentes del KGB exhumaron los cadáveres y los incineraron hasta convertirlos en cenizas. Solo se salvaron la mandíbula y algunos trozos del cráneo de Hitler que fueron llevados a la URSS. Casi 40 años después, las autoridades rusas desvelaron que tenían en su poder esos restos. La mandíbula en el Archivo del FSB, mientras que los trozos de cráneo en el Archivo Estatal de Rusia.

Lejos de aminorar la polémica, ese mismo año, un estudio de la Universidad de Connecticut creaba más confusión tras analizar las muestras de ADN del cráneo y determinar que pertenecía a una mujer de entre 20 y 40 años. Sin embargo, como el propio grupo de investigación explicaba, su trabajo solo demostraba que ese cráneo no era de Hitler. La muerte del dictador alemán no se cuestionaba. Demasiados testimonios corroboran los hechos. Aunque la leyenda urbana de su estancia en Sudamérica seguirá reapareciendo continuamente.

domingo, 22 de abril de 2012

Gernika

Lo que pasó aquellas tres horas largas de aquel día de hierro del 26 de abril de 1937 está claro: aeroplanos alemanes tripulados por aviadores de esa nacionalidad y puestos por Hitler al servicio de Franco arrasaron Gernika. Lo que sigue suscitando controversia 75 años después es el motivo. ¿Porqué la Legión Cóndor destruyó la pequeña ciudad vasca? Historiadores de diferente adscripción ideológica ofrecen explicaciones distintas. El hecho de que ya al día siguiente de producirse el ataque comenzara a librarse una guerra de propaganda en torno al suceso por parte de ambos bandos ha contribuido a emborronar los acontecimientos desde entonces. Hay que recordar que los propagandistas de Franco trataron de negar en primera instancia la humeante obviedad de la destrucción de Gernika y luego la achacaron a que había sido dinamitada ¡por los propios vascos! Aunque nunca faltaron los que, como aquel oficial de Estado Mayor franquista, sacaban pecho y proclamaban ante los periodistas extranjeros: “Pues claro que fue bombardeada. La bombardeamos y la bombardeamos y la bombardeamos, y bueno, ¿por qué no?”.

El eje central de la controversia es si la devastación de la ciudad fue intencionada o una consecuencia indeseada de una operación que perseguía la destrucción solo de objetivos militares, vamos si la destrucción de Gernika fueron lo que luego pasó a llamarse daños colaterales.

A esa idea se abonan los historiadores de la derecha pasados, presentes y seguramente futuros, que tradicionalmente han rebajado además los efectos del bombardeo y el número de aviones y de víctimas y generalmente hacen recaer la responsabilidad total de la acción, por si acaso, en el mando de la Legión Cóndor, es decir en los alemanes, en un intento por exonerar al Alto Mando franquista y sobre todo al propio Franco.

Según la tendencia a considerar el ataque un simple hecho de guerra y a rebajar su intensidad, versión que defiende por ejemplo el historiador español especialista en aviación de la Guerra Civil Jesús Salas Larrazábal, los alemanes, y algunos efectivos aéreos italianos, atacaron Gernika a causa de su valor estratégico y militar al ser un importante nudo de comunicaciones, y punto. Trataron de destruir el puente sobre el río Oca (el llamado puente de Rentería) para evitar la retirada del enemigo hacia las posiciones defensivas de Bilbao, las carreteras y la estación ferroviaria que conectaba con la capital. Fue la humareda y la polvareda causadas por los primeros ataques, la mala visibilidad, lo que habría provocado que las siguientes oleadas de aviones lanzaran sus bombas en el lugar equivocado, concretamente sobre la ciudad. El famoso as de caza alemán Adolf Galland, que participó en la Guerra Civil aunque no estuvo en Gernika, afirmaba que el bombardeo había sido un lamentable error culpa de la impericia de las tripulaciones y las primitivas miras de sus aparatos. El historiador militar alemán Klaus A. Maier concluyó que la destrucción se debió a una desgraciada coincidencia de condiciones desfavorables.

La opinión de que la destrucción de Gernika se debió a falta de puntería ha sido ampliamente cuestionada. Historiadores como Paul Preston sostienen que hay que enmarcar el ataque en los ensayos de las técnicas de bombardeo salvaje que llevaba a cabo la aviación alemana en España y que luego incorporarían a la Blitzkrieg y a la devastación de ciudades en la II Guerra Mundial. El jefe de la aviación de la Cóndor, Wolfram von Richthofen (primo del Barón Rojo), señala Preston en LaGuerra Civil española (Debate, 2006), era un profesional exigente y metódico “firmemente convencido del uso del terror”. Preston y otros historiadores apuntan que el uso masivo en Gernika de bombas incendiarias —absurdas contra un puente de piedra— y el que no se utilizaran los precisos bombarderos en picado Stuka, de los que los alemanes disponían, prueban que la cosa no iba precisamente de ataque fino.

Los testigos mencionan un cielo “negro de aviones” —es decir en formación amplia— y en vuelo a escasa altura que permitía identificar los objetivos. Preston subraya con sorna que “de hecho, parece que fue debajo del puente de Rentería donde los vascos encontraron el refugio más seguro durante el bombardeo de Gernika”.

El historiador estadounidense Herbert Sothworth, al que Preston, tiene por la mayor autoridad mundial en el asunto de la destrucción de Gernika —y cuya obra molestaba tanto a Franco que hizo que Fraga creara un gabinete de estudios sobre la Guerra Civil dirigido por Ricardo de la Cierva para contrarrestar sus trabajos—, consideraba que el bombardeo se realizó a petición del Alto Mando nacional con el objeto de debilitar la moral de los vascos. En general los historiadores progresistas opinan que la jefatura franquista es co-responsable. Otro prestigioso historiador que abona la tesis de la aniquilación premeditada es Antony Beevor. En La Guerra Civil española (Crítica, 2005), describe como las escuadrillas de bombarderos Heinkel 111 y Junker 52, hasta cuarenta aparatos, sobrevolaron en oleadas la ciudad lanzando alrededor de 30 toneladas de bombas mientras los cazas Heinkel 51 “ametrallaban sin piedad a hombres, mujeres y niños y hasta al ganado”. Beevor señala que según el diario personal de Richthofen, el coronel Juan Vigón, jefe de Estado Mayor de Mola, dio su visto bueno al ataque. Beevor concluye que independientemente de que también hubiera objetivos bélicos grandes o pequeños, “lo que se pretendía era llevar a cabo un experimento de entidad para verificar los efectos del terror aéreo”.

Gernika pasó a los anales como la primera ciudad europea devastada por la aviación. Muchas seguirían...

La Legión Condor en Euskadi

Hace algunas semanas, con motivo de una exposición sobre los bombardeos de Gernika y Durango organizada por la Fundación Sabino Arana, tuve la oportunidad de contemplar unas fotografías planimétricas pertenecientes a la colección particular del notario de Bilbao José María Arriola y cedidas por él para este evento. Las tomas aéreas, de una calidad excepcional, estaban ensambladas en un montaje mural formando el plano de conjunto de una franja estratégica por la que las tropas franquistas, después de conquistar un número de localidades importantes de Bizkaia, alcanzaron el 19 de junio de 1937 la meta principal de la denominada Campaña del Norte: el Gran Bilbao, con su distrito gubernamental, sus cárceles, Altos Hornos, fábricas de armas, plantas químicas y almacenes portuarios. Lo mejor de la tecnología fotográfica y de reconocimiento de la época aplicado al arte de la guerra. Tengo entendido que un juego de estos planos fue entregado al alto mando italiano para fines de coordinación en el campo de batalla.

Meses antes, al comienzo de la guerra y con el objetivo de apoyar el alzamiento de los militares contra la República, desde la Alemania nazi había llegado a bordo del carguero Usaramo un reducido contingente de voluntarios con gran cantidad de material bélico: aeroplanos desmontados, cañones antiaéreos, munición, aparatos de radio...

Su presencia en España era un secreto a voces en el marco de una operación a la que se asignó el pomposo nombre de Fuego Mágico -según parece, el führer estaba en la ópera viendo La Walkyria de Wagner cuando los enviados de Franco llegaron para pedirle audiencia- y recién desembarcados en el puerto de Cádiz, los alemanes llamaban la atención por sus vistosos trajes de paisano de color blanco (aprovechados del desfile inaugural de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936). Ellos mismos, en un deprecatorio alarde de sentido del humor, se asignaron el mote de seifenhändler (vendedores de jabón).

Después de completar con éxito el traslado a la península del Ejército de África, tras innumerables vicisitudes y combates aéreos, una derrota traumática en los cielos de Madrid ante la irrupción inesperada de los cazas soviéticos y diversas reorganizaciones, esta tropa expedicionaria enviada por Berlín en auxilio de los sublevados estaba ya bien fogueada.

Contaba con gran cantidad de efectivos, incluyendo los aviones más avanzados de su tiempo, tropas de tierra, vehículos acorazados y el mando de un militar profesional de alta graduación, el teniente general Hugo Sperrle. Ahora se hacía llamar la Legión Cóndor, y a finales de marzo de 1937 se disponía a dar cobertura aérea a la invasión del Norte por las tropas franquistas. En dicha campaña fueron hechos de infame celebridad la destrucción de Eibar, Durango, Gernika y otras localidades vascas importantes.

Todavía en la actualidad corren regueros de tinta sobre los mencionados bombardeos, particularmente el de Gernika, que por su brutalidad y repercusión mediática adquirió entidad de símbolo universal de repulsa y condena de la guerra.

En el bando vencedor, unos dijeron que Gernika había sido dinamitada por milicianos rojos. Otros justificaban los ataques alegando el acantonamiento de batallones de gudaris. Asimismo hay quienes sostienen que Franco quiso asestar un golpe demoledor a la moral civil arrasando una ciudad que era símbolo secular de las libertades vascas.

También se ha dicho que Hitler y Mussolini tenían el propósito de poner a prueba su teoría de que las guerras no se ganan en el frente sino en la retaguardia. La realidad, sin embargo, es más prosaica: los alemanes bombardearon las ciudades vascas para conseguir que sus escombros colapsaran nodos ferroviarios, carreteras, puentes y otras infraestructuras de transporte, cortando la retirada de las tropas republicanas hacia Bilbao e impidiendo su reagrupamiento en puntos críticos del frente.

La consecuencia -no muy distinta de la que en fechas más recientes se ha podido apreciar en escenarios bélicos como los de Serbia, Irak, Libia o Siria- fue la pérdida de innumerables vidas civiles. En Gernika, la situación llegó a ser dantesca. El primer ataque provocó numerosos incendios y una densa humareda que impedía por completo la visibilidad. Las oleadas consecutivas de Ju-52, Heinkel He-111 y quizá también algunas máquinas italianas, dejaban caer sus bombas a ciegas sobre una muchedumbre aterrorizada que, tras haber salido de los refugios para apagar los fuegos o simplemente correr y ponerse a salvo en los campos próximos, fue sorprendida por una lluvia de metralla y cargas incendiarias.

Hoy podría pensarse que episodios como este eran propios de la barbarie de aquellos tiempos, de no ser porque todos los días los medios de comunicación nos están demostrando lo contrario. La conclusión evidente es que, por más que insistan los tecnócratas de la guerra, no existe eso que llaman "ataque quirúrgico". Las armas modernas producen los mismos efectos, independientemente de que quienes las empuñan sean tiranos o gobernantes democráticos elegidos por el pueblo. La utilización de aviones y bombas implica de modo inevitable la muerte de civiles inocentes.

La masacre de Gernika adquirió un significado universal no por haber sido tema de obras de arte o de propaganda, sino por atestiguar con absoluta crudeza los efectos de la arrogancia del poder en una época en que comenzaban a llevarse a cabo los primeros ensayos de la tecnología militar que se emplea en los conflictos bélicos de nuestros días, incluso en misiones de paz.

Todo lo anterior nos lleva a la cuestión de la responsabilidad. Por más que se han escudriñado los archivos alemanes tras la Segunda Guerra Mundial, no existe constancia documental de culpabilidades concretas con nombres y apellidos. Probablemente, y a falta de una evidencia más explícita, cabe admitir que la orden de arrasar Gernika partió de un estrato inferior en la escala de mando de la Legión Cóndor, y que la confusión y la brutalidad de la guerra se encargaron del resto.

¿Es ahí donde termina la historia? Deberíamos pensar que no. Cito las palabras de los historiadores alemanes Karl Ries y Hans Ring, autores de una obra de referencia sobre la Legión Cóndor: "Las críticas han de ir dirigidas contra aquellos cuya falta de juicio termina haciendo que las armas intervengan como último recurso en la resolución de un conflicto político. Quien prepara hombres jóvenes para el oficio de matar no debe sorprenderse de que aquellos se esfuercen por hacer bien su trabajo".

Estas palabras suenan un poco rastreras por el mensaje que transmiten entre líneas: los militares cumplían órdenes, los dictadores fascistas están muertos; así que caso cerrado. Pero tampoco se les puede quitar toda la razón. La responsabilidad histórica es real, importante y, en última instancia, insoslayable. Habla en favor del gobierno alemán haber reconocido la parte que le toca mediante su declaración del 28 de abril de 1997, pronunciada por el embajador Hening Wegener en nombre del entonces presidente federal, Roman Herzog.

De los gobiernos de España e Italia, desafortunadamente, no puede decirse lo mismo.

Narvik, "La llave de hierro"

La economía alemana padecía para equiparse para la Segunda Guerra Mundial dos grandes carencias: el mineral de hierro y el petróleo. Dos productos básicos que constituyen la sangre de un ejército en campaña.

A través de su Tratado con la URSS, el petróleo ruso fluía hasta Alemania por caminos que no podían ser interceptados por los Aliados. El mineral de hierro, en cambio, llegaba por vía marítima desde Suecia.

Durante los meses en que el mar Báltico se encuentra libre de hielos, los mineraleros alemanes navegaban por sus aguas lejos del alcance de buques y aviones franco-británicos. El resto del año cruzaba por ferrocarril la frontera entre Suecia y Noruega para ser embarcado en el puerto atlántico de Narvik.

Inglaterra y Francia buscaban, al comenzar el invierno de 1939, la forma de cortar el suministro de mineral de hierro que fluía hacia Alemania, frecuentemente en buques noruegos.

El ataque de la URSS a Finlandia les dio el pretexto. Un Cuerpo expedicionario de voluntarios podría ser desembarcado en Narvik para desde allí trasladarse en el ferrocarril del mineral hasta Finlandia. Noruega no podía negar el auxilio a su hermano escandinavo y la “llave de hierro” quedaría en manos Aliadas. Sólo su propia indecisión y las tropas alemanas anticipándose a la acción impidieron el éxito de este proyecto de Churchill.

domingo, 18 de marzo de 2012

Muere Demjanjuk, criminal de guerra nazi


 El antiguo guardia de campos de concentración nazis John Demjanjuk, condenado por colaborar en el asesinato de prisioneros judíos, falleció en un asilo de ancianos de la localidad bávara de Bad Feilnbach, en el sur de Alemania, informó hoy la policía local. 

Demjanjuk, de origen ucraniano, fue condenado en mayo de 2011 por la Audiencia de Múnich a una pena de cinco años de cárcel como cómplice en el asesinato de al menos 28.060 judíos en el campo de concentración nazi de Sobibor, en la Polonia ocupada. La sentencia no era firme, ya que tanto la defensa del condenado como la fiscalía encargada del caso habían presentado recurso contra la misma, que estaba pendiente de resolución por el tribunal Supremo alemán. Ante este hecho y la avanzada edad del acusado, que tenía 91 años y estaba enfermo, los jueces alemanes decidieron suspender provisionalmente su ingreso en prisión y permitieron que residiera en un asilo. 

Demjanjuk fue condenado en 1988 a morir en la horca en Israel como presunto Iván el Terrible del campo nazi de Treblinka, sentencia revocada cinco años después al probarse que esa identidad correspondía a otro ucraniano, por lo que fue liberado y pudo retornar a Estados Unidos, donde había residido gran parte de su vida tras huir de Europa. 

Nacido en Ucrania en 1920, Demjanjuk fue capturado como soldado soviético en 1942 por los nazis, que lo convirtieron en Trawniki o guarda voluntario de Sobibor, concebido exclusivamente como campo de exterminio y donde se asesinaba a judíos deportados desde toda Europa en la cámara de gas, unas horas después de su llegada. 
El juicio en Múnich se abrió el 30 de noviembre de 2009, después de que el 12 de mayo de ese año Demjanjuk fuera entregado por EEUU a Alemania tras agotar su familia todos los recursos en contra de su traslado. Empezó así un proceso marcado por la ausencia de testigos que pudieran identificarlo, puesto que apenas hay supervivientes de Sobibor, y basado en la hoja de servicios con el número 1.393, según la cual Iwan Demjanjuk -su nombre de pila antes de emigrar a EEUU- fue uno de los 120 Trawniki del campo.  El procesado sirvió como tal en Sobibor entre marzo y septiembre de 1943, año en que se desmanteló el campo. La defensa argumentaba que fue obligado a servir a los nazis, puesto que negarse equivalía a ser ejecutado, y recordó a lo largo del juicio que varios de los oficiales de las SS encargados de darles órdenes fueron absueltos por la justicia alemana en 1966. Tanto la fiscalía como la acusación particular -en su mayoría, familiares de judíos holandeses muertos en Sobibor- declararon en sus alegatos que no aspiraban a ver en la cárcel a Demjanjuk, sino a una sentencia de carácter simbólico, dada la avanzada edad de procesado y el tiempo transcurrido. 
El acusado asistió en Múnich a todo el proceso en silla de ruedas, sin pronunciar palabra más que a través de su intérprete al ucraniano, generalmente para expresar su malestar físico.