miércoles, 28 de diciembre de 2011

Centenario del nacimiento de Ronald Reagan

Aprincipios de la crisis que nos asóla algunos invocaron al 40° presidente estadounidense. A Ronald Reagan (1911-2004) se le culpaba de impulsar una liberalización excesiva cuyo precio estaríamos pagando hoy. El debate sobre su papel continúa, aunque el republicano, desde luego, abogó por el mínimo intervencionismo estatal en la economía de su país. Su credo, que se ganó el nombre de "Reaganomics", se concretaba en una disminución de los impuestos, la reducción del gasto público y la desregulación del sistema financiero. Fuera como fuese, Estados Unidos salió durante su mandato de una frustrante mezcla de recesión e inflación, mientras en política exterior veía el principio del fin de la guerra fría. Como demuestran las encuestas, para los estadounidenses, la de Reagan fue una de las mejores presidencias de la historia (1981-89). No sorprende que la National Portrait Gallery de Washington le dedique una muestra imponente en el centenario de su nacimiento.


No siempre fue así

Inicialmente considerado un actor de segunda metido a político, casi todo el mundillo intelectual le subestimó. La revista Time, por ejemplo, le nombró "hombre del año" tras su victoria sobre Jimmy Cárter en las elecciones de 1980, pero dijo que "había tenido suerte". Era fácil considerar su pasado profesional como un mal currículo en su nueva etapa como estadista. Sin embargo, sus dotes comunicativas, desarrolladas en sus inicios como locutor deportivo de radio (en la emisora WHO de Des Moines, Iowa, 1934-37) y en su trabajo en Hollywood, se revelaron cruciales. Por otra parte, su bagaje iba mucho más allá de las producciones de serie B. Ya desde principios de los años cuarenta afiló sus habilidades negociadoras involucrándose en el gremio de actores. En los cincuenta trabajó para General Electric, presentando su programa de televisión y ejerciendo como portavoz en visitas a sus más de cien plantas en todo el país. Reagan redactó sus propios discursos para estos tours y escuchó a infinidad de trabajadores de GE. Fueron unas inestimables tablas políticas. Tras su entrada en el Partido Republicano, fue elegido por dos veces gobernador de California. El siguiente salto le llevó a la Casa Blanca.

Su campechania
Su optimismo en las intervenciones públicas y su firmeza en política exterior le granjearon unos elevados niveles de confianza entre la ciudadanía. Hasta el punto de que ni siquiera el escándalo del Irangate afectó a su imagen. Nada malo se "pegaba" a Reagan. Por eso la congresista demócrata Patricia Schroeder le llamó en su día "el presidente teflón".

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