jueves, 10 de noviembre de 2011

Disparan ametralladoras de la II Guerra Mundial tras 70 años perdidas

Una excavación en una ciénaga en Irlanda en la que se estrelló un avión de combate en 1941 desenterró varias piezas del fuselaje del aeroplano así como seis ametralladoras Browning en casi perfecto estado.
Las ametralladoras encontradas están en perfecto estado.

Los restos quedaron preservados de la corrosión gracias a que quedaron cubiertos en lodo, lo que impidió la entrada de oxígeno.

Aun así, pocos podían imaginar que 70 años después, bajo tierra y tras sufrir un impacto desde 400 km de altura, el ruido de las ametralladoras volvería a resonar ante la mirada atónita de soldados, arqueólogos y periodistas.

El hallazgo

En 1941, el estadounidense Roland Wolfe pilotaba el avión de combate británico Spitfire sobre la República de Irlanda cuando de repente detectó un fallo grave en el motor.

Wolfe abandonó la nave en su paracaídas y la nave se estrelló en una ladera cenagosa, en un lugar que expertos en aviación identificaron siete décadas más tarde.

Supervisados por el ejército irlandés, un grupo de arqueólogos procedió a desenterrar los restos del avión con sus seis ametralladoras en aparente perfecto estado, lo que llevó al coronel Dave Sexton a la "loca idea" de tratar de comprobar si funcionaban.

Así fue como un grupo de militares limpiaron las armas y ajustaron las piezas. Eligieron las mejor preservadas para ensamblar una ametralladora que pudiera disparar y sustituyeron la munición por balas modernas, para evitar riesgos.

El gran dia 
Terminado el trabajo, la ametralladora resultante lucía como nueva y el gran día de la prueba se programó esta semana en una base militar británica.

Ante la sorpresa de todos, el arma volvió a rugir metralla, rememorando el sonido que invadió el espacio aéreo británico en la II Guerra Mundial.

Durante la guerra se fabricaron alrededor de 500.000 ametralladoras de este tipo en una fábrica de Birmingham, destruida por el ejército alemán en 1940.

Está previsto que las armas, así como los restos del avión formen parte de una exhibición permanente en Derry, ciudad en la que el piloto Wolfe tenía su base.

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