miércoles, 30 de noviembre de 2011

José Antonio Primo de Rivera, el otro inquilino del Valle de los Caidos

El cadáver de José Antonio Primo de Rivera fue trasladado en 1939 hasta El Escorial
En 1959, por sendas cadenas de porteadores llegó al Valle de  
Cuelgamuros

Una lápida de piedra caliza decora el chaflán de un edificio de la madrileña calle de Génova. Bajo un ángel de alas abiertas sobre una estrella de cuatro puntas una leyenda reza: "Aquí en esta casa nació José Antonio". Y en números romanos se lee la fecha del 24 de abril de 1903. La frase da noticia de un abogado, parlamentario e ideólogo madrileño cuyo recuerdo, de manera voluntaria o impuesta, transformado en símbolo, ocupó las mentes de millones de españoles durante décadas.

Este 20 de noviembre se han cumplido 75 años de su fusilamiento en la cárcel de Alicante, a los 33 años. Concluida la Guerra Civil su cuerpo, llevado a hombros desde la ciudad levantina hasta El Escorial en 1939, permaneció en el monasterio hasta 1959 y fue enterrado veinte años después a los pies del altar mayor de la entonces recién construida basílica del Valle de los Caídos, bajo la sierra del Guadarrama. Frente al lugar que ocupan sus despojos serían sepultados en 1975 los del general Francisco Franco. Para unos, la figura de José Antonio Primo de Rivera cobraría rango heroico. Otros la percibirían como flagelo insufrible, tras apropiarse de su legado ideológico el dictador. Ninguno de los dos célebres sepultados allí se profesó en vida simpatía, aseguran sus biógrafos.

Estos son los efectos personales de José Antonio Primo de Rivera, los que tenía
 el día en que fue ejecutado, y que se guardaban en la maleta que durante
años conservó Indalecio Prieto. 
José Antonio quedó vinculado a la historia y al callejero de Madrid y de centenares de ciudades y pueblos de España durante décadas. Nació en un suntuoso edificio muy cerca de la madrileña plaza de Colón. Lo hizo en el seno de una familia con cinco hijos. La madre moriría cuando él contaba apenas cinco años. El padre, general jerezano Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella, sería dictador entre 1923 y 1930. La censura cinematográfica impidió que el jerezano fuera satirizado por el filme de Buster Keaton cuyo título original era simplemente "The general". En España la película se tradujo por "El maquinista de la General". A la defensa de la memoria del militar autócrata, muerto en el exilio en París en 1930, dedicaría su primogénito José Antonio parte de su exigua vida política -menos de tres años- que cobró dimensión y alcance el 29 de octubre de 1933 en el teatro madrileño de la Comedia, al fundar Falange Española. Se trataba de un partido juvenil, de corte fascista y violento, inmerso en la época más agitada de la vida española y también europea: el preludio de la Guerra Civil, con Hitler y Mussolini en el poder en Alemania e Italia, respectivamente, además de José Stalin en la URSS.

José Antonio estudió el Bachillerato y el primer curso de Derecho en su propia casa, amén de aprender inglés aplicadamente. Su primer trabajo fue como traductor de la empresa de automoción McFarlane. Camino de la Universidad, conoció a Ramón Serrano Súñer. Con el tiempo, su amigo y correligionario se casaría con Zita Polo, cuñada de Franco. Serrano llegaría a ser arquitecto del régimen franquista, ministro de Gobernación, de Asuntos Exteriores y varias veces delegado suyo ante Hitler en su Nido de Águilas. Una vez desaparecido José Antonio, Franco convertiría la Falange, convenientemente modificada y con la aquiescencia de su cuñado falangista, en base social y juvenil de su régimen.

En 1925, recién terminada la carrera de Derecho, José Antonio Primo de Rivera participó en el Convento de las Comendadoras de Madrid en una ceremonia sólo reservada a unos pocos y elegidos aristócratas como él mismo: la investidura como Caballero de la Orden de Santiago en presencia del capítulo de la legendaria Orden Militar y del rey Alfonso XIII, mentor de la dictadura de su padre. Apuesto y elocuente, José Antonio destacó muy joven como abogado experto en derecho hipotecario y por sus dotes de orador y tribuno. Había sido alumno de catedráticos como Clemente de Diego y Gascón y Marín. Fue diputado a Cortes. Buen gourmet, cazador y deportista, siendo miembro del Ateneo madrileño se dotó de amplia cultura y prosa desenvuelta y poética.

Retrato de José Antonio Primo de Rivera. 
Su pensamiento se definía como nacionalista, anticomunista y profundamente antiliberal. Consistía en una mezcla de conceptos oligárquicos, social-cristianos y populistas, trabada con componentes del ideario fascista mussoliniano y una estética escenográfica pretendidamente semejante a la del nacional-socialismo alemán. Esta multiplicidad de fuentes y elementos ideológicos determinaron el carácter interclasista de Falange, en cuyo seno coexistieron mal dos corrientes ideológicas, una de corte populista, recelosa de la oligarquía, y otra de corte elitista-aristocrático, que Franco se encargaría de primar frente a aquélla. Luego, en 1937, tras la muerte de José Antonio, decretaría la fusión de Falange con los tradicionalistas para crear el Movimiento Nacional, que mantuvo un discurso con componentes falangistas.

José Antonio era primo carnal del que con el tiempo sería luego cineasta franquista, José Luis Sáenz de Heredia. Uno de los escasos romances conocidos de José Antonio lo fue el que mantuvo con la falangista malagueña Carmen Werner, cuyas cartas de amor una amiga quemaría tiempo después. Otro de los amores de José Antonio fue Pilar Azlor de Aragón, duquesa de Luna.

En 1935 Falange Española fue ilegalizado por la conducta violenta de algunos de sus miembros, a quienes se atribuyó, entre varios otros, el asesinato del teniente José Castillo en la calle de Augusto Figueroa. El falangista Matías Montero había sido asesinado por militantes de izquierda en el barrio de Argüelles durante aquellas turbulentas fechas.

Resultado de tales sucesos fue la proscripción de Falange y el ingreso de José Antonio en la madrileña Cárcel Modelo, previo a su traslado a la prisión alicantina donde moriría el 20 de noviembre de 1936 tras ser juzgado y declarado convicto de complicidad con el levantamiento golpista de Franco y Mola. Franco se negó a autorizar un intento de rescate de José Antonio en la cárcel de Alicante por parte de un comando de diez personas, del que formaría parte el boxeador vasco Paulino Uzcudun, y que contaría con el apoyo de un submarino italiano para la evacuación del rescatado y otros aportes de asistencia en infraestructura provistos por el cónsul alemán en Alicante.

En esa prisión, donde inicialmente gozó de cierta libertad de visitas –incluso dispuso de un arma de fuego que le hicieron llegar sus allegados- al morir dejó una maleta con efectos personales e importantes documentos políticos en los que puntualizaba y al parecer, mitigaba, su adhesión inicial al golpe de Estado, además de mostrar, según sus biógrafos afectos, cierta disposición a detener la contienda. Se sabe que un emisario de José Antonio había entablado contactos en Barcelona con el líder del Partido Sindicalista, el anarquista Ángel Pestaña, a quien expresó ciertas reticencias hacia la actitud de Franco en fechas previas al golpe militar.

El féretro con el cadáver de José Antonio, procedente de Alicante y a hombros de relevos de jóvenes falangistas, cruzaría por Argüelles, el mismo barrio madrileño donde se hallaba la Cárcel Modelo en la que estuvo preso en la primavera de 1936. El cortejo fúnebre siguió en dirección a San Lorenzo de El Escorial, donde llegó el 31 de noviembre de 1939. En el monasterio agustino permaneció hasta la primavera de 1959 en que fue trasladado a la recién estrenada Basílica del Valle de los Caídos "levantada para acoger a los héroes y mártires de nuestra Cruzada", según carta del dictador Francisco Franco a sus hermanos Miguel y Pilar Primo de Rivera de fecha 7 de marzo de 1959 ante la inauguración del enorme mausoleo. Esta frase textual pone en entredicho la supuesta intención primigenia de Franco de sepultar combatientes republicanos en el Valle de los Caídos, hipótesis que atribuyó al dictador tal gesto como eventual signo de benevolencia; más bien parece haber sido una idea muy posterior a la pretensión inicial y a la construcción de la enorme cruz y templo basilical, excavado éste 250 metros en roca viva por miles de prisioneros políticos republicanos.De tal maleta, que además de los documentos contenía un mono de operario y unas gafas, se hizo cargo Indalecio Prieto, ministro socialista, que la llevó consigo al exilio de México, donde murió en 1962. A través de un militante socialista afecto a Prieto, Víctor Salazar, la maleta y los documentos, por los que durante años Franco pugnó conseguir ya que podían resultar comprometedores, le fueron devueltos al sobrino de José Antonio, Miguel Primo de Rivera y Urquijo en 1977, dos años después de la muerte del dictador.

La cruz monumental fue ornamentada con gigantescas figuras de evangelistas y de vírgenes por el escultor extremeño Juan de Ávalos. Según señalaron entonces medios cercanos a las obras, la inhumación forzosa de muertos en combate de ambos bandos de la Guerra Civil bien pudo obedecer a una imposición del general Dwight D. Eisenhower, presidente de Estados Unidos, como requisito político previo a su visita a España en 1959, en tanto que supuesto gesto de reconciliación de Franco hacia el bando republicano forzado por cierto pragmatismo estadounidense.

Venerado por unos y denostado por otros, incrustado en una época donde proliferaron potentes mitos sentimentales, incluso enemigos acérrimos de José Antonio, como el líder comunista Santiago Carrillo, reconocieron el valor de su entereza ante la muerte. Su nombre, José Antonio, rotuló 39 años la Gran Vía de Madrid y designa, aún, nombres, calles, plazas y estatuas de toda España.


Herramientas de los primeros sapines

Algunas de las piedras de Omán.
El hallazgo de un buen número de herramientas de piedra en el Sultanato de Omán, en la esquina sudeste de la Península Arábiga, ha revelado pistas de la que podría ser la primera salida de los humanos modernos que emigraron de África buscando nuevas tierras.

Un equipo de arqueólogos y geólogos ha encontrado, en las Montañas Dhofar, miles de piezas líticas que, según aseguran, fueron realizadas por miembros de la especie ‘Homo sapiens’ hace más de 100.000 años. En total, los investigadores, liderados por Jeffrey Rose, de la Universidad de Birmingham, encontraron más de un centenar de yacimientos con utensilios elaborados por la tecnología denominada ‘Nubia de la Media Edad de Piedra’ (MSA, por sus siglas en inglés).

Esta técnica, conocida por otros yacimientos a lo largo del valle del Nilo, nunca se había encontrado fuera de África, según destacan los investigadores en un artículo publicado en ‘PLoS One’ esta semana, por lo que se convierte en la primera evidencia de este viaje.

Para datar los yacimientos, utilizaron la moderna técnica de la Luminiscencia Ópticamente Estimulada (OSL), que determinó que tenían al menos 106.000 años de antigüedad. Es una fecha bastante anterior a la que se maneja con datos genéticos, que apunta que la dispersión de nuestra especie fuera del continente africano ocurrió hace entre 70.000 y 40.000 años.

Parte del trabajo consistió en determinar que había en esta zona, hoy totalmente desértica, en aquel lejano periodo, dado que algunos asentamientos están a más de 100 kilómetros de la costa. Los restos de animales y flora encontrados apuntan que era mucho menos seca que ahora. Han averiguado que había grandes corredores con pastos en los que abundaban los herbívoros.

«Era un paraíso verde rico en agua fresca, antílopes y buenas rocas de pedernal para hacer herramientas», señala Rose. Por ello, considera más que probable que los cazadores se aventuraran más allá de su tierra conocida en busca de alimento. Los que vivían más cerca de la costa, además podían aprovechar los recursos marinos.

No está claro si estos grupos son los que luego viajaron hacia Asia o si acabaron por volver a África cuando el clima empeoró. «Esa es la pregunta del millón», nos dice Rose, que seguirá investigando en la zona.

Investigadores españoles han puesto en duda estas conclusiones. "La datación no se ha hecho en el mismo lugar donde se encontraron las piezas a las que hacen referencia, así que no sabemos cómo han llegado a estas conclusiones", afirma el arqueólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, que dirige un proyecto de investigación sobre evolución humana en la Garganta de Olduvai (Tanzania).

lunes, 28 de noviembre de 2011

La única hija de Stalin muere a los 85 años en el anonimato y la pobreza


Lana Peters junto a su padre.

La princesa del Kremlin traicionó la memoria de su padre. Huyó a India, a Inglaterra, a Francia. Abrazó los valores capitalistas. Se refugió en el gran desierto del oeste americano. Volvió a la URSS y, de nuevo, a Norteamérica. Si su vida hubiera sido una novela rusa se habría llamado La Huida. Y es cierto: tan compleja y prolija como una obra rusa fue la existencia de Svetlana Stalina, hija de Josif Stalin. Murió el martes pasado a los 85 años como Lana Peters, en la pobreza y el anonimato del condado de Richland, en medio del vacío de las explanadas rurales de Wisconsin. Había perdido su fortuna. Había renegado de sus raíces. Se había alejado de su familia. Y murió lejos de las cámaras que la siguieron desde que naciera en Moscú en 1926.
Fue la única hija de Stalin. Tuvo tres hermanos varones. Para los resortes de la propaganda estalinista fue la forma de humanizar al dictador. Aparecía en fiestas y recepciones. Su padre la colmaba de atenciones. Le regalaba hasta películas americanas. La apodaban El pequeño gorrión. Entre los cojines del Kremlin, ignoraba los efectos terroríficos de la represión de su padre. Las circunstancias de su propia vida le eran también ajenas. Cuando tenía seis años, su madre, Nadezhda Alliluyeva, se suicidó. Durante un tiempo, la pequeña creyó que había muerto de una apendicitis.
Aunque renegaría más tarde de su padre, en realidad nunca le abandonó, a pesar de que durante la larga guerra con Alemania, entre 1941 y 1945, Stalin cambió. A su hijo Yakov lo dejó morir a manos de los nazis, negándose a intercambiarlo por un general alemán capturado. Al novio de Svetlana —judío— lo mandó a Siberia. Se casó con otro hombre en 1945, con quien tuvo un hijo. Se divorció dos años después. Se volvió a casar con el hijo de un colaborador de Stalin. Tuvo otra hija. Y se divorció de nuevo.
Fue tras la muerte de su padre, en 1953, cuando los nuevos líderes del Kremlin, incluido el primer secretario Nikita Kruschev, la despojarían de sus privilegios. Antes que convertirse en una más, prefirió huir. Escapó a India en 1967. Allí pidió asilo político en la Embajada de Estados Unidos. El presidente Lyndon B. Johnson se lo concedió. Según escribió en 1992 The Washington Times, el KGB trató entonces asesinarla, un plan que no se completó. Finalmente Svetlana llegó a Nueva York en abril de 1967. Publicó dos autobiografías en las que renegaba de su padre, de la URSS y del comunismo.
Tras quemar en público su pasaporte soviético, se asentó en Nueva Jersey. Tres años después conoció a William Wesley Peters, discípulo de Frank Lloyd Wright, y se casó con él. Ambos se mudaron a un complejo diseñado por el famoso arquitecto en Scottsdale, en el desierto de Arizona. Pero como parece que era norma común en sus casamientos, tuvo una hija y, en dos años, se divorció. Se nacionalizó norteamericana en 1978, y cambió su nombre por el de Lana Peters.
Entonces, hace ya 33 años, comenzó la decadencia de su vida. Se marchó a Inglaterra. Justo cuando la historiografía de la URSS rescataba la memoria de Stalin, ella comenzó a hablar mejor de su padre. Dijo que había sido un juguete de la CIA. Regresó a la URSS. Recuperó su pasaporte. Pero no encontró el reconocimiento que esperaba, y se mudó a Georgia para, en 1986, volver de nuevo a Estados Unidos.
Ya en Wisconsin, dijo que nunca había renegado de EE UU, que todo había sido una mala traducción de sus palabras. Trataba de huir de los medios. Algunos escribieron que subsistía en la pobreza, que había enloquecido. Dio, finalmente, una entrevista al diario Wisconsin State Journal, el año pasado. De su padre, tuvo algo que decir, una frase lapidaria: “Me rompió la vida”.

Los nazis quisieron comprar acciones de Cepsa para el suministro de submarinos

Los alemanes intentaron llegar a un acuerdo con la empresa petrolífera en Tenerife antes y durante la II Guerra Mundial
 
Corría el año 1938, estaba a punto de estallar la II Guerra Mundial y el servicio clandestino de abastecimiento alemán de Hitler necesitaba garantizar el combustible para sus submarinos. "Intentaron comprar acciones de Cepsa en la Refinería de Tenerife aquel año y volvieron a intentarlo cuando comenzó el conflicto bélico", asegura Juan José Díaz Benítez, historiador de la ULPGC, citando al investigador inglés Robert Whealey. "Existe un protocolo firmado, pero nunca llegaron a poseer las participaciones en su poder, afortunadamente", señala el grancanario, que ha consultado archivos de Alemania y Estados Unidos.

En esta ecuación hacía falta un conseguidor, ya que los alemanes no podían actuar abiertamente, una vez comenzada la Guerra. "Fue Juan March, el empresario y financiero balear, el que sirvió de intermediario entre ambas partes", revela Díaz Benítez, que tiene claro que este controvertido personaje "jugó a dos bandas" con nazis y británicos.

Estas gestiones no obtuvieron resultado práctico, pero están constatadas varias operaciones de abastecimiento de submarinos en los puertos de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, así como el de barcos de superficie en alta mar por parte de buques alemanes que se guarnecían al abrigo de ambos puertos y proporcionaban víveres y combustibles a sus compatriotas. "Supuestamente España era neutral y no podía, por tanto, albergar buques de guerra, pero sí mercantes", aclara el historiador.

En julio de 1940, había seis barcos preparados para abastecer a buques de guerra alemanes en los dos puertos capitalinos. "En las misiones en alta mar se pasaban víveres y combustible a acorazados o cruceros auxiliares, que eran mercantes armados, y, o se les acompañaba hacia Francia o Alemania, o se intentaba la travesía de vuelta en solitario", detalla Díaz Benítez.

En cuanto a los submarinos, hubo seis operaciones entre marzo y julio de 1941. "Se hacían de noche, en total secreto, pero se terminó por saber. De hecho, el agregado naval en Berlín recoge un incidente muy divertido de unos pescadores en unos botes de pesca que los vieron salir, casi como si los estuvieran despidiendo", agrega.

Estas operaciones llegaron a los oídos de los ingleses, que tampoco eran mancos en eso del espionaje. "El cónsul británico fue muy diplomático y comunicó a sus superiores que creía que se habían realizado los suministros, pero que no tenía pruebas. Aún así, el Gobierno británico se tiró un farol y le dijo a Franco que impidiera estas operaciones si era neutral. Los dos barcos que estaban atracados en La Luz fueron desplazados al interior del Puerto... pero las operaciones continuaron", narra Díaz.

Estas acciones habían sido autorizadas, aunque no de manera abierta, por el Régimen franquista, cuando, en 1939, los alemanes tuvieron problemas para entrar en un puerto de La Península y se vieron obligados a pedir permiso. En 1943, las operaciones cesaron.

Todo este aparato de logística estaba coordinado por lo que se llamó el Etappendienst, que no era otra cosa que el Servicio Clandestino de Abastecimiento de la Armada Alemana. "Comenzó a funcionar desde la I Guerra Mundial y en Canarias operaba desde 1937 o 1938, al margen de las autoridades españolas", concluye Díaz Benítez, que sigue desgranando poco a poco la historia oculta de la II Guerra Mundial en las Islas.

¿Es Adolf Hitler o Eva Braun? El enigma del cráneo que conserva Rusia

Los enigmas sobre el cadáver de Adolf Hitler persisten después de más de 65 años de su fallecimiento. Rusia insistió esta semana en la autenticidad de los fragmentos en su poder del cráneo del dictador nazi, que se suicidó junto a su esposa, Eva Braun, un 30 de abril de 1945.
 
El médico de Hitler dibujó de memoria su cráneo. Cuando compararon ese dibujo con los fragmentos que se encuentran en el archivo se demostró que eran idénticos", aseguró Yuri Jristofórov, jefe del Archivo del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), a la agencia Interfax.

Jristofórov añadió que las autoridades rusas permitieron que un especialista estadounidense accediera al cráneo de Hitler, cuyos restos, con excepción de una parte del cráneo y la mandíbula, fueron incinerados por orden de los dirigentes soviéticos.

"Cuando vino, para nuestra sorpresa, sacó una radiografía sobre la que no teníamos conocimiento. Parece que hace mucho que está en poder de los servicios secretos estadounidenses. Esa radiografía y los fragmentos de cráneo que nosotros guardamos coincidieron completamente", dijo.

Por todo ello, el funcionario rechazó las afirmaciones de algunos expertos que aún ponen en duda que Hitler se suicidara tras consumarse la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. "Personalmente no albergo ninguna duda de que estos son restos de Hitler. Las pruebas físicas que se obtuvieron durante la investigación del suicidio de Hitler son suficientemente convincentes. No hay duda de que Hitler se quitó la vida y no pudo huir a ningún lugar", recalcó.

Los cadáveres quemados de Hitler y Braun fueron encontrados por agentes del contraespionaje soviético el 5 de mayo de 1945 cerca de la Cancillería del Tercer Reich en Berlín, donde se encontraba el búnker del "führer".

En 1948, los fragmentos de la mandíbula y los dientes por los que se identificaron los cadáveres de Hitler y Braun fueron enviados a Moscú al entonces Ministerio de Seguridad de Estado de la URSS, precursor del KGB, y en 1954 pasaron a su archivo.

Mientras, científicos de la Universidad de Connecticut mantienen que el cráneo que se guarda en el archivo del FSB pertenece en realidad a una mujer, que podría ser la propia Braun.

Hallan 100 proyectiles de artillería de II Guerra Mundial en noreste de China

Trabajadores de una obra de construcción en la provincia nororiental china de Liaoning han encontrado este año alrededor de 100 proyectiles de artillería dejados por las tropas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, informó el día 27 lunes la policía local.

Los proyectiles eran utilizados con cañones de obús y todavía están activos.

La munición ha venido siendo encontrada y desenterrada desde comienzos de año en la obra de un conjunto residencial que está siendo construido cerca de la estación ferroviaria de la capital provincial, Shenyang, informó un oficial de policía de la estación.

Expertos investigadores confirmaron que los proyectiles fueron dejados por las tropas japonesas, y han entrenado a los trabajadores sobre cómo reaccionar en caso de encontrar nuevas piezas.

La Estación de Ferrocarriles de Shenyang fue construida por las tropas japonesas durante su invasión a China, y el lugar donde se encontraron las municiones habría sido una bodega para los soldados, dijo el oficial.

La policía ha solicitado la asistencia de expertos para desactivar los explosivos, y anunció que donará algunos a museos locales una vez se pueda garantizar que no representan riesgo.

El 18 de septiembre de 1931, fuerzas japonesas atacaron los cuarteles de las tropas chinas en Shenyang, marcando el comienzo de una invasión y ocupación que se extendió durante 14 años.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Las sábanas de Hitler, a la venta

Dos piezas de cama personalizadas de Adolf Hitler, bordadas con sus iniciales y varias esvásticas, salen a subasta la próxima semana en Reino Unido con un precio de partida de algo más de 3.500 euros (3.000 libras).

Se trata de una sábana blanca y una funda de almohada perteneciente al líder nazi que tienen el emblema de un águila posada sobre una esvástica dentro de un círculo. Será la casa Dreweatts, en la ciudad de Bristol, la que abra la puja el próximo martes.

"Es extraordinariamente raro hallar piezas de cama de Hitler bordadas con sus iniciales y que salgan al mercado", aseguró el especialista de la casa Malcom Claridge. Los artículos fueron comprados en Alemania por un coleccionista privado hace varios años.

"Después de que Hitler y Eva Braun se suicidaran en 1945, su ama de llaves se llevó una gran cantidad de objetos personales para salvarlos de los saqueadores", dijo Claridge.

"En los últimos años, una gran cantidad de objetos personales de Hitler han comenzado a aparecer en el mercado de subastas, en particular en Alemania", añadió. Justificó el precio en el "gran interés" que había en torno a las prendas.

Serafín María, presidente por un día

El caso extremo es el de Serafín María de Sotto, conde de Clonard, mariscal que presidió el Consejo de Ministros por el sorprendente plazo de un día.

Corría el 19 de octubre de 1849 cuando la Reina Isabel II encomendó al conde la dirección del Gobierno de la Nación, influida en su decisión por dos de los religiosos en los que más confiaba, el padre Fulgencio, su confesor, y sor Patrocinio, conocida popularmente como «la monja de las llagas», extravagante personaje que tenía gran ascendiente sobre la joven reina.

Pero el bueno de Serafín casi no tendría tiempo para desarrollar su labor. Aupado por los sectores más conservadores de la corte, pronto, muy pronto, el descontento popular obligó a la soberana a rectificar y a removerlo del Gobierno. Al día siguiente de su nombramiento fue relevado, convirtiéndose en el presidente que menos tiempo aguantó en el cargo.

Militar catalán

De Sotto había nacido en Barcelona en1793. Militar de vocación, había destacado en la Guerra de Independencia, en la que resultó herido, y en la Primera Guerra Carlista. Antes que presidente del Gobierno había sido ministro de la Guerra y director del Colegio General Militar de Toledo. Su pasión por la milicia le llevó a escribir algunas relevantes obras sobre la historia del Ejército español, como la «Historia orgánica de las armas de Infantería y Caballería españolas» o la «Memoria histórica de las academias militares de España». También legó un «Álbum de la infantería española» y un «Álbum de la Caballería».

El caso del frustrado Gobierno De Sotto fue uno más de los sucesivos gabinetes ministeriales cesados a las primeras de cambio que son la constante en todo el siglo XIX español. El suyo fue el caso más extremo de gobernante fugaz.

Nuevos parientes de los neandertales en Atapuerca

Algunos dientes de la Sima de los Huesos analizados.
La especie humana que habitó en la sierra de Atapuerca hace medio millón de años, y cuyos restos se acumulan en la Sima de los Huesos, el mayor 'cementerio' del Pleistoceno Superior en Europa, podría ser un linaje 'pariente' de los neandertales y no sus antepasados, como se ha defendido hasta ahora.

Esta es la conclusión a la que ha llegado el equipo liderado por la paleontóloga, experta en dentición, María Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana (CENIEH), tras el estudio de más de 500 piezas dentales fosilizadas encontradas en la Sima durante los últimos años.

El análisis, cuyos resultados se publican en la revista 'Journal of Human Evolution', concluye que aquellos homínidos, clasificados como 'Homo heidelbergensis', no son los antepasados de los neandertales clásicos, como se apuntaba hasta ahora, porque, curiosamente, tienen rasgos dentales "más neandertales que estas poblaciones típicas". "Si fueran sus ancestros, los rasgos habrían ido pareciéndose con el tiempo, pero lo que vemos es que hace 500.000 años tenían rasgos neandertales incluso exagerados", argumenta Martinón-Torres.

La investigadora apunta dos posibilidades ante estos resultados: o hubo un cuello de botella evolutivo que hizo que todos los neandertales posteriores (del Pleistoceno Superior) fueran descendientes de los homínidos de la Sima; o estos últimos fueron un linaje paralelo, unos "hermanos" evolutivos que, además, no tendrían por qué ser los únicos que existieron. "Ello explicaría la variedad de rasgos que se han identificado en la especie 'Homo heidelbergensis', que es como un cajón de sastre y que tendría que ser redefinida porque igual hubo varios linajes paralelos", señala la autora.

El duro clima del Pleistoceno

José Mª Bermúdez de Castro, director del CENIEH y coautor del artículo, recuerda que ya había algunas dudas sobre que todos los 'H. heidelbergensis' eran antecesores de los neandertales. "Debido a lasduras condiciones glaciares de Europa en este periodo, estos homínidos habrían evolucionado en aislamiento, acumulando de forma progresiva características típicamente neandertales a través de frecuentes cuellos de botella y extinciones locales. Ahora vemos que hay muchos misterios sin resolver, pero todo indica que no fue una especie homogénea".

En este caso, esas condiciones de aislamiento climático habrían favorecido procesos como la deriva genética, provocando que los homínidos de Atapuerca evolucionaran hacia otro linaje con una morfología diferente de la que se observa en otros restos del Pleistoceno Europeo.

Según este trabajo, en el que también han participado los investigadores Aida Gómez Robles, Leyre Prado Simón y Juan Luis Arsuaga, cabe la posibilidad de que durante el Pleistoceno Medio en Europa, hubierancoexistido varios linajes humanos diferentes, lo que obligaría a redefinir la especie de H. heidelbergensis.

Un espía francés den Londres

Théveneau de Morande utilizó su experiencia para
el chantaje y así impulsar su carrera como espía.
En abril de 1787, François Barthélemy, un diplomático francés, se disculpó ante sus superiores por su fracaso a la hora de reclutar espías para formar una nueva red en Gran Bretaña. Las relaciones anglo-galas durante la última parte del siglo XVIII distaban mucho de resultar cordiales. Ambas naciones se habían enfrentado en la guerra de los Siete Años (1754-1763) y posteriormente entre 1778 y 1783, al aliarse Francia con la rebelde colonia británica durante la guerra de Independencia americana. Según Barthélemy, el problema residía en que, durante dicha guerra, Henri-François de La Motte había sido arrastrado, ahorcado y eviscerado acusado de espionaje en los astilleros británicos. Los posibles candidatos tenían miedo de poder llegar a sufrir un destino similar.

Eso era exactamente lo que los británicos querían. Sus espías habían vigilado durante años la red de La Motte antes de hacer una redada entre sus espías para hacerlos cantar. La Motte ofreció proporcionar pruebas contra el rey y testificar en contra de sus cómplices. En vez de ello sus socios testificaron y fueron perdonados, lo que constituyó una jugada verdaderamente arriesgada, calculada para sembrar el miedo y la desconfianza entre los posibles agentes franceses.

Un hombre, no obstante, permaneció inmutable. En 1781, se ofreció voluntario para sustituir a La Motte, fue contratado por un sueldo de 1.000 libras esterlinas y se convirtió en el espía principal de Francia en Londres. Su nombre: Charles Théveneau de Morande.

Hijo de un abogado de provincias, Morande luchó en la guerra de los Siete Años y posteriormente se trasladó a París, donde sus actividades como timador y chulo conseguían pagar su adicción al juego y a las prostitutas. En 1770, huyó a Londres para evitar ser arrestado. Allí publicó un morboso panfleto donde atacaba a la amante de Luis XV, madame Du Barry. Más tarde empezó a chantajear a notables franceses y amenazó con publicar la escandalosa historia explicando cómo Du Barry había conseguido ascender del burdel al lecho real.

Luis XV, furibundo, intentó extraditarlo o secuestrarlo, pero todo fue en vano, con lo que el monarca decidió cerrar un trato con su torturador. Para ello envió a Pierre-Augustin Carón de Beaumarchais, mejor conocido como el dramaturgo que creó Fígaro. Beaumarchais no gozaba de buena reputación desde que perdiera dos casos importantes en los tribunales. Su mejor esperanza para la rehabilitación, según pensaba él, era ofrecer sus servicios al rey como espía.

Fue así como, poco después, Beaumarchais contrató a Morande, para que le ayudara con la operación de contrabando de armas para la rebelde colonia británica en América, además de controlar los muelles británicos y solucionar chantajes como los que anteriormente él mismo había llevado a cabo.

Pero ¿cómo es posible que el gobierno francés contratara a alguien como Morande? El estudio de la correspondencia diplomática deja ver que Charles de Vergennes, ministro de asuntos exteriores, esperaba poder apaciguarlo. También mostraba además cierta tendencia a emplear los servicios de truhanes y renegados, lo que en cierto modo tenía sentido, ya que un disidente galo no tendría por qué despertar ninguna sospecha. Algunos llegaron incluso a ser tratados como celebridades por los británicos. Y todos ellos casi siempre aspiraban a poder en el futuro rehabilitarse.

Morande hacía tiempo que además traficaba con información. En su escandalosa carrera como chantajista y editor de panfletos no faltaba la divulgación de secretos. También llevó a cabo especulaciones mercantiles y bursátiles, lo que le proporcionó importantes contactos entre los capitanes navales.

Morande era un agente lleno de energía y de recursos. Podía vanagloriarse de que ningún barco de guerra abandonaba puerto británico sin que él hubiera anunciado antes su salida y a menudo incluso hasta su destino. Proporcionó información detallada sobre armamento, innovaciones técnicas y prácticas navales, además de observar desde cerca los movimientos de correos diplomáticos, sonsacando información a sus contactos sobre el contenido de los envíos.

Sabotaje industrial

Asimismo, Morande contrató a trabajadores con experiencia con sistemas de poleas navales británicos, que daban mejor resultado que los franceses. Ayudó a convencer a los famosos ingenieros Matthew Boulton y James Watt para que visitaran Versalles y llegó incluso a recomendar actos de sabotaje industrial. Cuando supo que uno de los principales comerciantes de algodón de Lancashire estaba a punto de arruinarse, sugirió a los franceses que mintieran acerca de los pagos sobre importaciones para poder así crear una crisis crediticia. Los franceses no le siguieron el juego.

Charles de Vergennes, el ministro de
Asuntos Exteriores francés.
En 1784, Morande se hizo editor del Courier de l'Europe, un periódico escrito en francés que se editaba en Londres, puesto desde el que quedaba justificada su sed de información. El Courier de l'Europe era reimpreso en Boulogne-sur-Mer y distribuido ampliamente por Europa. Durante la Guerra de Independencia Americana (1775-1783), se acusó al periódico en el parlamento de realizar "espionaje público", debido a las noticias publicadas acerca de las disposiciones de los británicos. Se prohibió su exportación, pero su propietario —Samuel Swinton, un oficial escocés de la marina y empresario— pasaba aún así copias de contrabando por el canal y conseguía igualmente reimprimirlo.

Las acusaciones contra el Courier de l'Europe eran más ciertas de lo que el mundo pensaba, ya que el periódico constituía un tráfico de espionaje en ambas direcciones. Swinton, además de ser un exitoso hombre de negocios, también era un espía británico. Con la excusa del diario, podía vigilar de cerca a Beaumarchais y a los representantes americanos en París, a la vez que proporcionaba una tapadera perfecta para sus frecuentes viajes a Francia.

En cuanto a Beaumarchais, utilizó el periódico como plataforma, publicando artículos con frecuencia y enviando halagadoras reseñas anónimas sobre su propia obra.

Incluso los americanos utilizaron el Courier de l'Europa para conseguir sus objetivos diplomáticos publicando propaganda antibritánica. De hecho, la primera traducción al francés de la Declaración de Independencia fue publicada en este periódico.

Mientras tanto, Morande utilizaba el diario como si fuera un órgano francés, sobornando al subdirector para que publicara párrafos con mensajes en clave para Francia.

Morande evitaba así tener que enviar información importante por correo ordinario. No obstante, también tenía otras formas decomunicarse con Versalles. Como los espías de los libros, utilizaba tinta invisible, fabricada con leche. Los franceses pusieron un mensajero secreto a su servicio, un comerciante de Boulogne llamado De Menneville, que incluso en período de guerra visitaba Londres por negocios.

La mujer de De Menneville también servia de mensajera, al igual que lo hacía Eliza, la esposa inglesa de sa'del diario, podía vigilar de cerca a Beaumarchais y a los representantes americanos en París, a la vez que proporcionaba una tapadera perfecta para sus frecuentes viajes a Francia.

En cuanto a Beaumarchais, utilizó el periódico como plataforma, publicando artículos con frecuencia y enviando halagadoras reseñas anónimas sobre su propia obra.

Incluso los americanos utilizaron el Courier de ¡'Europa para conseguir sus objetivos diplomáticos publicando propaganda antibritánica. De hecho, la primera traducción al francés de la Declaración de Independencia fue publicada en este periódico.

Mientras tanto, Morande utilizaba el diario como si fuera un órgano francés, sobornando al subdirector para que publicara párrafos con mensajes en clave para Francia.

Morande evitaba así tener que enviar información importante por correo ordinario. No obstante, también tenía otras formas decomunicarse con Yersa-lles. Como los espías de los libros, utilizaba tinta invisible, fabricada con leche. Los franceses pusieron un mensajero secreto a su servicio, un comerciante de Boulogne llamado De Menneville, que incluso en período de guerra visitaba Londres por negocios.

La mujer de De Menneville también servia de mensajera, al igual que lo hacía Eliza, la esposa inglesa de Morande. Para evitar causar sospechas debido a sus frecuentes viajes, Morande también echaba mano de otros socios para que transportaran los mensajes. No obstante, con esta estratagema se aumentaba el peligro de ser descubiertos. Previendo un posible registro de sus pertenencias, Morande ideó una sencilla artimaña: "En la ropa de los mensajeros mi mujer cosía un forro falso de tafetán de la mejor calidad con una inscripción que yo mismo preparaba especialmente, lo que en tiempos de guerra me permitía hablar libremente sin temor a incurrir en ningún riesgo típico de la correspondencia por carta".

Una vez restaurada la paz en 1783, Morande solía de vez en cuando llevar en persona mensajes urgentes a la embajada francesa. Desde allí, eran después despachados por valija diplomática.

Pruebas irrefutables

¿Había conseguido burlar a los ingleses? Lo más probable es que no, ya que para finales de 1776 ya sospechaban que Morande trabajaba al servicio de Baumarchais, aunque no contaban con pruebas irrefutables. Así, cuando Francia declaró la guerra en 1778, Lord North lo tomó a parte y le recomendó que aban donara Londres. Morande siguió el consejo del primer ministro y se mudó a Stanmore, en el condado de Middlesex.

Además, en 1783, en un panfleto francés se aseguraba que durante la Guerra de Independencia Americana, Morande y Beaumarchais habían pasando información sobre las flotas francesas a los británicos, y viceversa. El panfleto consiguió hacer enfurecer a Morande, pero no causó demasiado impacto en las personas que le contrataban desde Versalles, quienes continuaron teniéndole en buena estima hasta su regreso a Francia en 1791.

No hay pruebas fidedignas que demuestren que Morande fuera un agente doble. Más probable resulta que los británicos, sospechando sus actividades, le mantuvieran bajo vigilancia y que de vez en cuando le pasaran información falsa. Puede que también les interesara proporcionarle información naval precisa, ya que eso fomentaba que Francia se embarcara en una carrera naval armamentística insostenible. Como resultado, Francia terminó arruinada y se formó una revolución que terminaría por acabar tanto con la monarquía como con la carrera de Morande como espía. 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El "Pelayo", el acorazado español que aterrorizó a los Estados Unidos


Cuando la guerra de 1898 parecía perdida, el Gobierno tomó una decisión audaz, golpear al gigante norteamericano en su propio terreno. El fallido «contragolpe español» desató el 
pánico en la costa este


Transatlántico Alfonso XIII, antes de partir a Cuba en 1896.
España estaba contra las cuerdas. A punto de perder sus últimas posesiones ultramarinas, a las puertas del «Desastre». Corría el mes de mayo de 1898. Las fuerzas del decadente imperio español combatían con suerte esquiva con las del rampante imperio yanqui. La marina estadounidense se enseñoreaba de las aguas de Cuba y en Cavite, Filipinas, las fuerzas del comodoro George Dewey desarbolaban las defensas hispanas. En tan adversas circunstancias, en el Ministerio de Marina español se ideó un arriesgado plan para tratar de revertir el curso de la guerra: golpear al enemigo en su propio territorio, enviar una flota a bombardear la mismísima costa este de los Estados Unidos.

En Norteamérica la contienda se entendía como camino de expansión, de ampliación del patrimonio. En España los círculos políticos e intelectuales creían que se luchaba por la misma supervivencia de la nación. Cuba y Filipinas no eran propiedades de España, eran parte sustancial de la misma. Lo había expresado el presidente del Gobierno,Antonio Cánovas del Castillo, en el Congreso cuando anunció que, en Cuba, España se dejaría «hasta el último hombre, hasta la última peseta». Aún sabiendo que la mermada España de finales del XIX se enfrentaba a un enemigo superior, Cánovas había dicho en 1896: «Si, desgraciadamente, un día el pueblo español creyere que la empresa (…) era superior a su conveniencia (…) yo habría dejado de ser hombre político para siempre jamás (…) acabando aquel día, probablemente, también mi vida personal». Cuba era para los españoles de entonces una cuestión de honor. Así que, imbuidos políticos y opinión pública en Madrid de una especie de espíritu quijotesco, se decidió intentar lo que la historiografía bautizó como «el contragolpe español». Mejor morir que perder la honra.

La única esperanza pasaba por dar un puñetazo en la mesa. Bloqueadas las fuerzas navales en Cuba y debeladas las deFilipinas, el Gobierno decidió jugarse el todo por el todo en una última baza y enviar una escuadra a atacar las mismas ciudades costeras de los Estados Unidos. Sería la del almirante Manuel de la Cámara y Livemoore la encargada de ejecutar tan peligroso cometido.

Pánico en la costa este

La misión era de lo más comprometida. Las mejores unidades disponibles de la Armada española tendrían que atravesar las aguas del Atlántico y adentrarse en los dominios del gigante para buscarle las cosquillas en sus propias barbas. Se pretendía obligar a Washington a un repliegue de sus fuerzas y así aliviar la presión sobre Cuba y Filipinas. La idea no era ni mucho menos descabellada. Desde que conoció los propósitos del Estado Mayor español, el Gobierno norteamericano ordenó que se dejaran de iluminar las ciudades de la costa este para dificultar el temido raid hispano. El miedo se apoderó de muchos estadounidenses.

Rumbo a los Estados Unidos zarpó una escuadra en la que formaron destructores de la «Clase Furor», veloces y bien artillados: los buques «Audaz», «Osado» y «Proserpina», que prestarían escolta a los cruceros auxiliares «Patriota» y «Meteoro» y el crucero «Carlos V». Pero la estrella de la flota era el poderoso acorazado «Pelayo», principal motivo para la preocupación de los mandos militares enemigos. El «Pelayo» y el «Carlos V» superaban por sí solos en potencia de fuego y tonelaje a toda la escuadra con la que Dewey combatía en Filipinas.
Las fuerzas de Cámara se dividieron en dos fracciones, una de las cuales debería navegar rumbo a Halifax, en Canadá, donde recibiría las instrucciones para lanzarse al ataque de las costas estadounidenses, con el objetivo preferente de la base naval de West Key. La segunda tendría como destino aguas brasileñas, desde las que se dedicaría a hostigar el tráfico mercante enemigo.

Trabas británicas

Pero por más que el Gobierno español quisiera en último trance recurrir a lo que le quedaba de músculo naval, lo que nunca pudo superar fue su aislamiento internacional, lo que a la postre dejó el «contragolpe español» en simple amago. Las presiones y trabas de Gran Bretaña, que no deseaba que la contienda se extendiera al Atlántico entorpeciendo la navegación comercial y puso cuantas trabas pudo en los puertos bajo su control o influencia, dieron al traste con el proyecto. Así, antes de que las armas españolas pudieran siquiera asomarse a territorio enemigo, el Gobierno recibió las noticias de la alarmante situación en Filipinas y ordenó redirigir la flota hacia el archipiélago asiático, con la esperanza de forzar unas negociaciones que permitieran conservar al menos una parte del mismo. Pero tampoco en esto se tuvo éxito. El Gobierno egipcio, títere de Londres, no permitió a los buques españoles aprovisionarse de carbón en sus puertos, demostrando de nuevo la total orfandad internacional de la causa hispana en la guerra.

Quedó así truncado cualquier servicio que pudiera prestar el «Pelayo», un navío imponente al que los mandos estadounidenses tenían enorme respeto. El historiador Pablo de Azcárate cuenta en su libro «La guerra del 98» la «gran preocupación» que causaba a Dewey la eventual llegada al escenario filipino de «un buque como el “Pelayo”, superior a todos los que él tenía bajo su mando». La soledad diplomática española impidió que pudiera llegar a tiempo al teatro de operaciones.

La que era la última esperanza española se diluyó antes siquiera de que las armas que la sustentaban pudieran trabar combate, dando sentido a la queja del diputado Francisco Romero Robledo referida a la escuadra del almirante Cervera bloqueada en el puerto de Santiago de Cuba: «Las escuadras son para combatir (…) ¿Para qué nos sirven esas máquinas infernales que tantos sacrificios han costado al país?». No hubo contragolpe para España. Lo único que la historia le tenía deparado a España era el desastre.

Rusia defiende la autenticidad de fragmentos del cráneo de Hitler en su poder

Rusia insistió  en la autenticidad de los fragmentos en su poder del cráneo del dictador nazi Adolf Hitler, que se suicidó junto a su esposa, Eva Braun, un 30 de abril de 1945.

"El médico de Hitler dibujó de memoria su cráneo. Cuando compararon ese dibujo con los fragmentos que se encuentran en el archivo se demostró que eran idénticos", aseguró Yuri Jristofórov, jefe del Archivo del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), a la agencia Interfax.

Jristofórov añadió que las autoridades rusas permitieron que un especialista estadounidense accediera al cráneo de Hitler, cuyos restos, con excepción de una parte del cráneo y la mandíbula, fueron incinerados por orden de los dirigentes soviéticos.

"Cuando vino, para nuestra sorpresa, sacó una radiografía sobre la que no teníamos conocimiento. Parece que hace mucho que está en poder de los servicios secretos estadounidenses. Esa radiografía y los fragmentos de cráneo que nosotros guardamos coincidieron completamente", dijo.

Por todo ello, el funcionario rechazó las afirmaciones de algunos expertos que aún ponen en duda de que Hitler se suicidara tras consumarse la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

"Personalmente no albergo ninguna duda de que estos son restos de Hitler. Las pruebas físicas que se obtuvieron durante la investigación del suicidio de Hitler son suficientemente convincentes. No hay duda de que Hitler se quitó la vida y no pudo huir a ningún lugar", recalcó.

Los cadáveres quemados de Hitler y Braun fueron encontrados por agentes del contraespionaje soviético el 5 de mayo de 1945 cerca de la Cancillería del Tercer Reich en Berlín, donde se encontraba el búnker del "führer".

En 1948, los fragmentos de la mandíbula y los dientes por los que se identificaron los cadáveres de Hitler y Braun fueron enviados a Moscú al entonces Ministerio de Seguridad de Estado de la URSS, precursor del KGB, y en 1954 pasaron a su archivo.

Mientras, científicos de la Universidad de Connecticut mantienen que el cráneo que se guarda en el archivo del FSB pertenece en realidad a una mujer, que podría ser la propia Braun.

martes, 22 de noviembre de 2011

Las brutales palizas del hombre del Pleistoceno

Cuatro posiciones del mismo cráneo en el que se observa la fractura.
La especie humana, desde sus más tempranos orígenes, no ha podido reprimir su agresividad. El estudio de un cráneo de hace 126.000 años, encontrado en un yacimiento de la provincia china de Guangdong, así lo confirma. Según el nuevo análisis del fósil, el boquete de 14 centímetros que tenía aquel individuo en su cráneo no es fruto de un accidente, sino de una pelea con un congénere en la que recibió un fuerte golpe con un objeto pesado.

Los investigadores apuntan, en un trabajo publicado en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS), que la herida fue realizada con un arma roma. "Es un pequeño ejemplo de cómo los humanos de la Edad de Hielo se pegaban, posiblemente el ejemplo más antiguo de agresión documentada en nuestra especie", afirma Lynne Schepartz, de la Universidad del Witwatersrand (Sudáfrica), uno de los comentarios de autores del artículo.

Los paleontólogos reconocen que no es posible tener la certeza absoluta de si la agresión fue accidental o intencionada, ni si fue fruto de un desacuerdo coyuntural o fue planificada y premeditada. Sin embargo, como reconoce Schepartz, identificar una lesión traumática es de gran interés para ayudar a conocer el comportamiento humano en aquellos tiempos y, además, aporta datos sobre la capacidad que tenían de sobrevivir con una grave herida en la cabeza.

Ayuda del grupo social

"El herido de Maba tuvo que necesitar ayuda de su grupo social, y eso quiere decir que alguien tuvo que cuidarle y proporcionarle comida hasta que se curó su herida", señala el investigador, que ha trabajado con el chino Xiu-Jie Wu y con Erik Trinkaus, de la Universidad de Washington.

Cuando se encontró el cráneo de Maba, en 1958, también se descubrieron restos de otros mamíferos en la misma cueva. Fueron unos campesinos quienes se toparon con los huesos cuando quitaban sedimentos dentro de la cavidad para echar fertilizante. El cráneo se encontraba partido en varias piezas, que fueron ensambladas por los paleontólogos de hace medio siglo.

Sin embargo, aquellos investigadores no supieron determinar a qué se debía la lesión curada que se apreciaba, si había sido causada por una infección, un tumor, quemaduras o golpes. Es por ello que ahora se retomó su estudio. Los investigadores utilizaron técnicas de estereomicroscopía y un escáner topográfico de alta resolución para analizar la estructura interna del hueso.

La conclusión fue que el golpe en la parte derecha frontal se debía a un impacto localizado, suficientemente fuerte como para producir ir un agujero. "Con anterioridad, se han encontrado heridas en restos de neandertales y otros homínidos, pero no se sabe si fueron accidentes de caza o agresiones. También se sabe que los neandertales practicaban el canibalismo, así que agredían a otros individuos para comérselos, pero en este caso es la guerra por la guerra y eso marca la diferencia", explica el paleontólogo Jordi Agustí, del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).

lunes, 21 de noviembre de 2011

La frustración de Mussolini

La publicación de la primera parte del diario de la amante de Mussolini ha causado gran revuelo en Italia y ha convertido a Claretta Petacci en el centro de atención al desvelar secretos sobre el dictador fascista



Benito Mussolini.
La figura de Claretta Petacci, hija de un médico papal, no aparece más que marginalmente en la historia de la dictadura fascista de Mussolini durante el período de entreguerras en Italia. Se sabe que, a partir de 1936, fue la "última amante" del Duce y que, en abril de 1945, falleció a su lado. Tal lealtad puede que no deba pasársenos inadvertida, pero, según la mayoría de las versiones, Claretta pertenecía a esa burguesía romana superficial y destructiva que presenta Alberto Moravia en su novela Los indiferentes (1929). No obstante, en Italia últimamente solo se habla de la publicación del primer volumen de un extenso y obsesivo diario que Petacci escribió cada día durante su relación con el dictador. Como devota secretaria-amante, nos presenta un retrato intencionadamente completo e involuntariamente devastador de Mussolini.

El diario fue confiscado por la policía italiana en 1950, la cual impuso un período de 70 años antes de permitir que nadie tuviera acceso a su contenido. Hasta 2015 no podrán publicarse las otras miles de páginas que Claretta escribió sobre los años 1939-1945, pero la información contenida en esta primera parte resulta lo suficientemente significativa como para cuestionar el famoso diario de Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini, como fuente principal sobre la dictadura.

En el diario se dedican muchas páginas al amor o, de hecho, al sexo. Aquellos a los que les interesa la libido del actual primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, tal vez vean una cierta tradición nacional cuando sepan de las prácticas amatorias del Duce. El Día de Navidad de 1937, por ejemplo, presa del aburrimiento, el dictador, que odiaba las vacaciones en familia, llamó a Petacci como hacía doce veces al día para reafirmarle la pasión que sentía por ella, utilizando una curiosa mezcla de eufemismos y picanterías. 

Había veces que Mussolini mordía a su amante en el hombro o le besaba los pies, garantizándole que la abnegación que mostraba era prueba de que era a ella a quien más amaba. De vez en cuando, le parecía un ser débil y cansado, un anciano que roncaba y que caía dormido entre coito y coito. Otras veces el Duce se sentía como un adolescente de nuevo y le preguntaba si pensaba que el suyo era el cuerpo más hermoso de Italia. Al respecto, nunca pudo olvidar los comentarios de Margherita Sarfatti, la intelectual judía que había sido su amante y mecenas (era mayor y más rica que él y, cuando empezó su relación, tenía muchos más contactos que el dictador), la cual le dijo que sus piernas eran cortas, gordas y feas.

En 1937-1938, afectado por la ola de antisemitismo de la época, Mussolini aseguró haber sentido repulsión ante el olor corporal de Sarfatti. No obstante, ha de notarse que dado que las tres estancias de su grandiosa oficina en el Palazzo Yenezia, donde Petacci residía, tenían bidé pero no bañera y que Mussolini prefería lavarse con agua de colonia antes que con jabón, lo más seguro es que los amantes también olieran. Mussolini añadiría insensiblemente que tan solo falló al conseguir una erección en tres ocasiones: la primera vez que hizo el amor con Sarfatti; cuando la princesa María José al parecer intentó seducirle; y en una tercera ocasión de la que no proporciona datos.

Un amante frustrado

Junto a estas controversias se encontraban también las más predecibles para un hombre en la cincuentena. Aseguraba que no disfrutaba del sexo con su esposa Rachele, la cual, además, había tenido su propio amante fuera del matrimonio. Asimismo, según él, su mujer nunca había conseguido darse cuenta de lo trascendental que él era históricamente y nunca leía libros importantes. Lo más probable es que en el fondo Mussolini estuviera también dispuesto a admitir que Claretta tampoco tenía mucho de intelectual, pero lo cierto es que lo adoraba. En palabras de la misma Petacci: "Te adoro desde que era niña. Hoy y para siempre, tú eres la razón de mi vida". Como recompensa, el dictador le dijo que había abandonado su costumbre de mantener 14 amantes simultáneamente y, durante 1938-1939, tan solo "le fue infiel" con dos mujeres que ya conocía de antes, ambas mayores que ella. Mussolini cronometró una de sus actividades sexuales en 12 minutos desde que entró en el apartamento hasta que lo abandonó, aunque Claretta se quejó malhumorada de que en realidad habían sido 24.

Claretta Petacci.
En resumen, la historia de Benito y Claretta no es la gran historia de amor de Romeo y Julieta, sino que las relaciones sexuales con el dictador eran desagradables, poco delicadas y breves. Después de todo, Mussolini siempre solía alardear de ser un "animal", "un salvaje".

Había veces, no obstante, en que un dictador, como jefe de Estado de una nación, también tenía que trabajar. En dichas ocasiones Claretta siempre estaba a su lado, o si no él la llamaba para contarle lo que había estado haciendo. La rapidez parecía ser también clave a la hora de gobernar. Mussolini hojeaba los periódicos con gran velocidad y comentó en una ocasión a su amante, haciendo gala de un optimismo ingenuo y provinciano, que al hacerlo estaba dando la vuelta al mundo. Más a menudo su célere lectura de las noticias le producía arrebatos de ira, especialmente cuando no recibía suficientes halagos en la prensa francesa. Los papeles del gobierno también los estudiaba con igual premura, quejándose de los años que les llevaba a los burócratas preparar unas notas que su aguda mente podía considerar en "cinco minutos o menos".

Mussolini con su mujer Rachele en 1927.
Mussolini, antes de convertirse en dictador, había trabajado una década como periodista y a menudo hacía simplificaciones perentorias sobre lo que sucedía en el mundo a la manera del actual periodismo más sensacionalista. Los ingleses, según él, eran "una manada de cerdos" que únicamente pensaban "con el culo". Caletta, decorosa, escribió "c.o." como abreviatura de "culo". Según Mussolini, extrapolando la cuestión al terreno personal, los ingleses "detestan por principio a cualquier persona que se alce y se imponga, a cualquier persona excepcional". Para él, la única figura importante en la historia de Gran Bretaña era Disraeli, el amante italiano de la reina Victoria. Los españoles eran igualmente inútiles, indolentes e inertes, como es de esperar de un pueblo infectado de sangre árabe. Su líder, Franco, era un "idiota" que continuaba complicando lo que debería haber sido una victoria fácil en su guerra civil.

Los franceses eran aún peores, advertía Mussolini. Eran corruptos y degenerados, plagados de sífilis y maldecidos por la existencia de una prensa libre. No se merecían a Napoleón (que "en realidad" era también italiano, naturalmente). La figura del emperador siempre hacía sombra sobre Mussolini, que se preguntaba si ya había conseguido, o si de hecho algún día lograría, ser tan grande como él. Claro que ya eres más grande, respondía solicita Claretta.

Impresionando a Hitler

¿Y qué opinaba de los alemanes? Italia, en los últimos meses, había estado aún más ligada al Eje, pero en marzo de 1938 Hitler completó la anexión de Austria, echando así por los suelos la victoria estratégica de Italia en la Primera Guerra Mundial. Mussolini admitía que el Führer tenía que gobernar sobre todos, "como yo lo hago. Todos están bajo mis órdenes y yo lo hago todo en este país", declaró, de nuevo adaptando la política al campo personal. ¿Pero acaso no eran los alemanes "formidables, peligrosos", "todos ellos, los 100 millones"? no cabe duda de que sabían que Italia los había derrotado en la Primera Guerra Mundial y de que admitían que "nadie va a la guerra para complacer a otro, sin únicamente por su propio interés, esperando hacerse con algún botín". Incluso aunque al final llegara a haber "800 millones" de alemanes, siempre supieron que los italianos les ganarían el pulso. No obstante, a Mussolini le preocupaba no haber hecho todo lo que estaba en su mano para prevenir la anexión de Austria. Claro que no, se decía, ya que "odiamos a los austríacos tanto como ellos nos odian a nosotros". En contraposición, a los prusianos les gustaba trabajar con los italianos y el régimen nazi era símbolo precisamente de esa tradición. De todas formas, tras recibir la visita de Estado de Hitler en mayo de 1938, aseguró que el Führer tenía auténtico sentido del humor y que "se sentía siempre un poco impresionado por mi figura", mostrándose en todo momento "respetuoso".

Como era de esperar, los comentarios iniciales que suscitó la publicación de los diarios prestan gran atención al antisemitismo, tema de actualidad cuando la dictadura italiana estaba intentando que se aprobase una atroz serie de leyes racistas. Así, en 1937, Mussolini le dijo a Claretta que Sarfatti mostraba "inteligencia judía" y que tendría que aceptar que su amante mantuviera relaciones sexuales con una mujer italo-judía delante de ella. Beethoven, compositor favorito de Mussolini según declarara una vez, fue ahora tachado de "judio" (el Duce y Petacci solían escuchar música clásica, especialmente ópera, después de hacer el amor). El lunes de Pascua de 1938, el dictador se quejó de que "estos cerdos judíos [son] un pueblo que ha de ser descuartizado". Los judíos eran "traidores" por naturaleza que únicamente podían traicionar a aquellos entre los que vivían. "¡Puaj, cómo los detesto!".

¿Qué conclusión puede sacarse de tales prejuicios? ¿Son verdaderamente prueba de que el régimen se volvió "inevitablemente" racista y de que Mussolini siempre se había mostrado inclinado a eliminar a los judíos? Para obtener la respuesta, hemos de tener en cuenta dos cuestiones contextuales. Petacci anotó los arrebatos racistas de su amante, aunque a menudo parecen bravuconerías soltadas en la barra de un bar más que el plan de acción detallado de un jefe de Estado fundamentalista. Así, de los "árabes", según el concepto orientalista de Mussolini, no se podría nunca esperar nada positivo. Los rumanos constituían un pueblo impredecible, debido a la mezcla de sangre de legionarios romanos y "putas eslavas". Según él, los italianos, de la misma manera, airado ante la oposición a la legislación racial y al Eje, estaban divididos en dos grupos: los que representaban el positivo legado patricio y la influencia negativa que suponían los descendientes de los esclavos y esclavos liberados, hombres que no estaban preparados para restaurar un imperio romano fascista.

Margherita Sarfatti, amante de Mussolini.
Incluso cuando hacia gala de este racismo tan sensacionalista, a Mussolini le preocupaba la posteridad, ya que se preguntaba cómo había utilizado su poder y qué pensaría la historia de él. Su madre había fallecido a los 46 años de edad y su padre duró diez años más. Como comentaría a Claretta pocos días antes de cumplir los 55, el 29 de julio de 1938, ella era mucho más joven que él. Tarde o temprano, seguro que "le era infiel". Puede que no le quedara mucho por vivir, tal vez uno o dos años. ¿No habían muerto Julio César y Napoleón relativamente jóvenes?

Tomemos como ejemplo a Edda, su hija favorita, quien, a pesar de que su padre se había encargado de su educación, llevaba la vida de una burguesa ligera de cascos que no cesaba de cotillear, de jugar al bridge y de ignorar sus responsabilidades como madre. Si Edda no le obedecía, ¿por qué habría de hacerlo el resto? Como exclamaría asqueado en mayo de 1938: "No soy un dictador; soy un esclavo. Ni siquiera soy amo de mi propia casa... Estoy harto de todo, harto de mi casa, harto de todo el mundo. Necesito un mundo nuevo que yo mismo pueda crear".

Las frustraciones que acarreaba pueden interpretarse de diferentes maneras: pueden ser señal de que, a finales de la década de los treinta, Mussolini estaba totalmente decidido a radicalizar su dictadura y a hacerla más totalitaria; o puede que simplemente sean señal de de su comprensión parcial de los límites del poder dictatorial.

El héroe del momento en Múnich

Al tratar los días posteriores a la Conferencia de Múnich de 1938, los diarios de Petacci revelan de manera cruda dilemas similares. Mussolini regresó a los brazos de su amante totalmente eufórico. La recepción había sido "fantástica". Hitler, que era en realidad un trozo de pan (un sentimentalone), lo había recibido con lágrimas de emoción. De manera ingenua, Mussolini remarcó: "le gusto muchísimo". Las negociaciones sobre el tratado habían ido bien. Daladier era "un hombre agradable"; Chamberlain verdaderamente "digno de admiración", con casi 70 años, y aún así trabajando con devoción hasta altas horas de la noche. Naturalmente, necesitaron la ayuda del dictador italiano para las cuestiones de importancia. "Yo lo tenía todo preparado; sin mi no hubieran sabido ni por dónde empezar", fanfarroneaba. Únicamente él podía hablar los idiomas extranjeros requeridos para la ocasión, por lo que resultaba apropiado que Chamberlain y Daladier si dirigieran a él como el Duce durante las negociaciones. Es cierto que Hitler podía llegar a enfurecerse de manera peligrosamente amenazadora, pero siempre dejaba que Mussolini lo calmara. Así fue como consiguieron una paz y una victoria nazi-fascistas.

Según él: "A partir de ahora las democracias tendrán que ceder el paso a las dictaduras. Constituíamos una fuerza única, significábamos algo, representábamos una idea y a un pueblo, él con su camisa marrón y yo con la mía negra. Las democracias quedaban humilladas y solas". Si tan solo la joven Claretta pudiera haberlo presenciado todo, se lamentaba Mussolini. De hecho, durante las reuniones, a menudo venían a su mente imágenes de su amante, o eso comentó posteriormente con tacto el Duce.

Mussolini admitió con recelo que Alemania constituía ahora la mayor potencia, resultado de los errores cometidos en el tratado de Versalles, pero "no tenemos nada que temer. Además, siempre es mejor tener a los alemanes como amigos, ya que, de todas formas, somos mejores que el resto y más leales". Después de todo, concluyó el Duce haciendo referencia como siempre al plano personal, tanto Hitler como su pueblo lo adoraban y lo admiraban. Él, Benito Mussolini, era, en suma, "el auténtico conciliador".

Lamentablemente, no tendría que pasar ni un día desde que así se autoelogiara antes de que la contradicción que suponía el papel de Italia en todo el asunto se hiciera evidente. No se había conseguido llegar a un acuerdo de paz y el tratado de Múnich no había logrado resolver la crisis europea. Poco sorprende, entonces, que, en un abrir y cerrar de ojos, el placer que sentía Mussolini se tornara ira.

Problemas domésticos

El primero en despertar la ira del Duce fue el rey de Italia Víctor Manuel III, monarcacon el que, según había dicho a Claretta meses antes, siempre había llevado una relación excelente. No obstante, ahora el rey recibió las noticias de su triunfo "de manera fría". Los alemanes, recordó Mussolini en una suerte de venganza rebelde, habían eliminado de un plumazo en 1919 22 dinastías principescas de los diferentes estados del Segundo Reich. Llegado el momento, no tendría ningún problema en poner él fin a la italiana.

El Papa Pio XI
El papa Pío XI, quien, según explicó Mussolini a su amante, había conseguido perder al pueblo alemán, tampoco gozaba del beneplácito del dictador. En julio, Mussolini se había quejado de los ataques alemanes hacia Cristo acusándolo de judío, tachándolos de "asquerosos, verdaderamente asquerosos". Ahora, no obstante, el Papa era una "calamidad": con sus ridiculas muestras de simpatía por los negros y los judíos, era la cabeza visible de una religión que estaba "muriéndose". De ser necesario, Mussolini no dudaría en romper todos los tratos con los "miserables hipócritas" del Vaticano.

Mientras contemplaba el desagradecido mundo que lo rodeaba, su racismo se hacía cada vez más profundo. El 9 de octubre alardeó: "Estos judíos... los destruiré a todos". Hasta entonces los había tratado bien, pero ahora, sin embargo, juraba "acabar con todos y cada uno de ellos". Dos días después aseguró que los iba a "masacrar, como hicieron los turcos". Según él, "si envié a la cárcel a 70.000 árabes [en el brutal proceso de pacificación de Libia, a principios de la década de 1930], también puedo mandar a prisión a 50.000 judíos".

Lleno de ira, a Mussolini continuaba entusiasmándole la tiranía, el asesinato y la guerra. Los franceses, afirmó de nuevo, estaban "completamente acabados", resultaban "simplemente nauseabundos como pueblo". Él, y no ellos, era el verdadero hijo de Napoleón, ya que, después de todo, ambos preferían comer vegetales y dormir sin que ni un ápice de luz se colara por entre las persianas bajadas.

Italianos contaminados

¿Pero qué opinión le causaban los italianos? También ellos constituían un problema. El 11 de octubre, el Duce volvió a retomar el tema de la degeneración racial a través de la historia. La mala sangre se había preservado en más de "50 generaciones" y había contaminado a "cuatro millones" de italianos. Con el tiempo, "los destruirá a todos, los exterminará". Tal vez recordando un poco su formación marxista y la "locomotora de la historia", exclamó: "soy como un motor, una vez encendido, nadie puede pararme".

¿Constituyen estas afirmaciones una declaración de guerra y el Holocausto? Tal vez. De hecho, estos diarios son una prueba, si alguien la necesitara, que puede ser utilizada para combatir la nostalgia por el dictador de entreguerras que la Italia de Berlusconi a menudo abandera. El Mussolini que amaba tan apasionadamente Claretta era un violento asesino fascista. No obstante, todavía queda establecer si estas amenazas deben ser interpretadas de manera literal. Lo más seguro es que no, cualquiera que pudiera haber sido la intención o creencias inmediatas de Mussolini al pronunciarlas. Nos encontramos, después de todo, ante un régimen que dependía de la existencia de políticos carismáticos.

¿Cómo sería puesta en acción la voluntad del dictador? Resulta complicado de determinar. Puede que dijera a Claretta que había ordenado a su jefe de policía, Arturo Bocchini, preparar una lista con aquellos oponentes que pensaba matar en un momento dado, pero no se sabe qué momento era ese, ni quiénes integraban esa lista. ¿Podemos confiar en Bocchini, quien no dudó en pinchar el teléfono del dictador? Ni siquiera el Duce estaba en posesión de tales respuestas. A pesar de todo el supuesto totalitarismo, el régimen nunca obtuvo una estructura clara en cuanto a la toma de decisiones. Mussolini se vio a la vez con el poder y, de manera frustrante, sin él. No sorprende pues que dedicara tanto tiempo a su amante, aun si ella tampoco conseguía satisfacerlo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Obama honra en Darwin (Australia) a los caídos durante la II Guerra Mundial

El presidente de EEUU, Barack Obama, depositó una corona de flores en homenaje a las víctimas del destructor estadounidense USS Peary, bombardeado por los aviones japoneses en la II Guerra Mundial en el puerto australiano de Darwin.

Obama, quien después de este acto se dirigió a las tropas australianas y un grupo de marines estadounidenses en la base militar de Darwin antes de abandonar Australia, llegó acompañado de la primera ministra del país, Julia Gillard.

Ambos mantuvieron un estricto silencio al colocar la corona de flores junto al monumento al destructor.

El monumento simboliza no sólo un homenaje a las víctimas de ese buque, sino a lo que Australia considera su propio Pearl Harbor, el ataque japonés al puerto hawaiano que motivó la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial en 1941.

En febrero de 1942, las tropas japonesas atacaron Darwin por sorpresa. Aquella batalla dio pie a la alianza militar entre EEUU, Nueva Zelanda y Australia, de la que se han cumplido sesenta años.

En ella, el Peary fue alcanzado por cinco bombas pero presentó batalla durante dos horas antes de hundirse en las aguas del puerto, donde su pecio permanece a 27 metros de profundidad.

EEUU perdió en esa batalla ochenta marinos y otros trece quedaron heridos. Fue el mayor número de bajas que ese país sufrió en aguas australianas.

Fotos Segunda Guerra Mundial (Archivo alemán)

El oso que fue enrolado en la Segunda Guerra Mundial

Una de las más curiosas historias de animales participantes en la Segunda Guerra Mundial fue convertida en un documental

Wojtek ayudaba a subir la moral de las tropas polacas.
Cuando en octubre de 1942 a Wojciech Narebski lo llamaron para reportarse ante su nuevo comandante en lo que entonces era el mandato británico de Palestina, se encontró con una gran sorpresa. "Quedé asombrado porque había un oso acostado frente a su carpa", indicó Narebski recordando lo sucedido hace casi siete décadas.

Fue así que comenzó una amistad de tres años entre el oso Wojtek y el soldado polaco, que para ese momento contaba con 17 años. El vínculo entre los dos se fortaleció por el hecho de que ambos compartían el mismo primer nombre, ya que en polaco Wojtek es un diminutivo de Wojciech.

Unos pocos meses antes de conocer a su tocayo Wojtek, el oso, fue vendido siendo un cachorro a unos soldados y civiles polacos en Irán. El grupo estaba haciendo un recorrido desde Siberia hasta Medio Oriente, tras su liberación de un campamento de prisioneros ruso. La invasión de los alemanes nazis en 1941 hizo que los soviéticos permitieran la salida de los polacos. Se cree que unos cazadores le dieron muerte a la madre del cachorro. "Era como un niño, como un perrito. Tomaba leche de una botella, como un bebé. Así que por lo tanto sentía que estos soldados era como sus padres y confiaba en ellos y era muy amistoso", dijo Narebski.

Cigarrillos y cerveza

Wojtek fue adoptado por lo que pasó a ser la 22ª Compañía de Artillería del II Cuerpo del ejército polaco. "Realmente se sentía como un miembro de nuestra pequeña familia militar", apunta Naberbski.

A pesar de su tamaño se dice que Wojtek tenía buen
 genio.
El profesor de geoquimíca y petrología de 86 años viajó desde su casa en Cracovia, Polonia, hasta Londres para el estreno del documental: "Wojtek, el oso que se fue a la guerra". La película es narrada por el actor Brian Blessed y consiste de una mezcla de entrevistas, reconstrucciones, fotogramas modernos y animación. El film relata el épico viaje en tiempos de guerra hecho por Wojtek y sus camaradas hasta Escocia, cuando estaban en el frente.

La travesía los llevo a Irak y Egipto y cuando quisieron llevar a Wojtek en un barco hacia Italia el oso tuvo que ser enrolado como soldado. "Tenía una libreta de pagos. No recibía dinero, pero oficialmente era un soldado polaco", apunta Narebski. Debido a su tamaño Wojtek recibía raciones dobles.

Agrega que a Wojtek le gustaba juguetear luchando y boxeando con su colegas y pedía cigarrillos de la unidad para comérselos. A Wojtek también le gustaba la cerveza. "Para él una botella no era nada. Pesaba 200 kilos. No se emborrachaba". Wojtek fue entrenado para que no representara un peligro para los humanos. "Era muy tranquilo, muy pacífico", Sin embargo, no le caían bien un mono y otro oso que también fueron adoptados por las tropas. Resalta el ex soldado que Wojtek ayudaba a mantener la moral de las tropas. "Para la personas que estaban lejos de sus familias, lejos de su país, era algo muy importante desde un punto de vista sicológico".

El director de la película, Will Hood, dice que la historia de Wojtek "tiene absolutamente de todo. Tiene un sentido épico shakeaspereano. Es una historia de guerra, una historia de amor, una historia de pérdida. Hay un gran cantidad de pathos hacia el final del film.

"Es posible hacer una alegoría con la historia de Wojtek y la historia del pueblo polaco, en una forma que toca la política sobre la Segunda Guerra Mundial, que es una historia más agradable y humanística que es, por supuesto, algo irónico porque estamos hablando de un oso".

"El hecho de que el mismo pensaba que era humano, así lo dice la leyenda, creo que plantea algunas preguntas muy interesantes acerca de lo que es ser humano".

En una entrevista, un veterano británico cuenta como un día quedó estupefacto al ver al oso de 1,82 metros trasladando proyectiles durante la Batalla de Monte Cassino en Italia. El emblema de la compañía se convirtió en una foto de Wojtek llevando un proyectil. Narebski dice que un día de verano cuando estaban conduciendo a lo largo de la costa adriática italiana cerca de Ancona, Wojtek divisó el mar: "Saltó del vehículo y se fue a la playa. Y en la playa había muchas chicas italianas bañándose. Pueden imaginarse lo que sucedió. Yo les dije: 'muchachas, no teman. Este oso es bueno".

Separación de hermanos

Narebski vio por última vez a Wojtek en Italia antes de la Batalla de Bologna en 1945. Después de la guerra su compañía fue desmovilizada en Berwickshire, Escocia, mientra que Wojtek fue trasladado al zoológico de Edimburgo, donde algunos de los ex soldados lo iban a visitar.

Narebski pasó algún tiempo en Yorkshire, Inglaterra, antes de regresar a Polonia. Fue difícil para él mantener correspondencia con sus antiguos camaradas que se quedaron en Escocia, debido a las restricciones impuestas en Polonia, pero él nunca olvidó a Wojtek.
Wojtek acompañó en muchos viajes a los soldados
 polacos desde Medio Oriente hasta Escocia.

"Las autoridades comunistas en Polonia quisieron llevarlo a un zoológico en Polonia, pero mis colegas que se quedaron en Escocia se opusieron", añadió.

"Era muy agradable para mí pensar en él. Sentía como si fuese mi hermano mayor".

Sin embargo sí se enteró de la muerte de Wojtek en 1963. "Fue una noticia muy triste", dice Narebski.